Mentiras de una niña 676i2a

Los mitos están hechos para que la imaginación les dé vida. Albert Camus.

Bienvenidos al mundo paranormal. Esto es La Hora del Relato y un poco más, por Carlos, Rodrigo, Daniel, Arturo y Eli.

Muy buenos días, tardes o noches. Sean bienvenidas y bienvenidos a este fin de temporada de La Hora del Relato y un poco más.

Los saluda Carlos Sánchez desde Radio UNAM y en esta ocasión presentaremos un radiodrama inspirado en una historia bastante inquietante y que es conocida como Bolas de Fuego.

Narrada por Diana Castillo en el libro de Historias Ancestrales, le también colabora con Daphne Merritt y Alan Baez.

Me acompaña el equipo Daniel García, Rodrigo Santos, Eli Terrazas y Arturo Fuentes.

Hola, ¿qué tal? Muy buenas tardes, amigos. Yo soy Daniel y les doy la bienvenida a este emotivo último capítulo de La Hora del Relato.

Espero que lo disfruten tanto como nosotros porque es un capítulo muy especial.

Hola, yo soy Rodrigo Santos y espero, en verdad, disfruten este capítulo. Fue hecho con mucho cariño y aprecio.

Se pone muy interesante, la verdad. Es un capítulo bastante denso. Esperemos les guste.

Hola, soy Eli Terrazas y este es el final de temporada de este proyecto. Espero que lo disfruten mucho y que sientan terror al escucharlo.

Hola, soy Arturo Fuentes. Espero que se les haga chido.

Bueno, sin más que agregar, les presentamos Mentiras de una Niña. Disfrútenla.

Esta es La Hora del Relato y un poco más.

Don Jaime.

Ahí voy.

No puedo creerlo.

¿Por qué tanto escándalo? Que la niña no entre.

Necesito hablar con Don Jaime.

No puedes pasar.

Tengo algo que decir.

Es que no puedes entrar, niña.

Yo vi quién lo hizo. Yo vine a la casa de Mariana y estuvimos haciendo la tarea hasta que de repente aparecieron bolas de fuego afuera.

Sí las ha visto, ¿no, Don Jaime? No lo sé.

Estamos en un asunto serio. Ve al punto.

¿En serio viste lo que pasó? Yo le dije a Mariana que me acompañara a ver las bolas de fuego, porque tampoco me creía, pero no quiso hacerlo.

Entonces yo me salí. La señora Amelia me acompañó afuera.

Las bolas de fuego estaban flotando y se me ocurrió seguirlas.

Llevaban hasta la ventana de atrás de la casa y vi al bebé en su cuarto. Estaba descansando y durmiendo muy bonito.

¿Y desde ahí viste quién entró? La señora Amelia lo hizo, Don Jaime. Yo la vi.

Entró al cuarto pensando que nadie la veía y alargó su dedo como si fuera de goma.

Esto es una broma, ¿verdad? Eso explica algunas cosas, ¿no cree? Usted sabe que hay brujas en el pueblo y hacen cosas extraordinarias.

¿No le parece que podría ser eso? Hay un bebé chupado en la habitación.

Todos lo vimos.

Ella lo chupó con su dedo, lo clavó en su frente y se alimentó de él.

¿Y la hermana del bebé? No está en la casa. No sabemos dónde está.

Usted sabe que las brujas pueden tener aprendices. O eso es lo que yo he oído.

¿Qué opinan? No sé ustedes, pero yo yo opino que nos debemos proteger.

La señora Amelia no responde. Y creo que necesitamos de...

¿Y no puede fingir? Las brujas son famosas por eso.

Quiero que tengan cuidado.

A la señora Isabel le mataron al esposo porque andaba buscando acerca de las brujas.

Y no quiero que le pase nada a usted. No quiero que se muera.

Entonces, ¿quiénes piensan que deberíamos castigarla como una bruja? Es lo ideal, señor Jaime. Mientras menos posibilidades de brujas hay en el pueblo, mejor.

No quiero otro bebé. No quiero que otro bebé desaparezca.

Yo...