
1909.bis. Que la Fuerza te acompañe (EDITADA) 4a4g56
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Meditación sobre el Don de Fortaleza del Espíritu Santo. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 5h5r43
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Por la señal de la santa cruz de nuestros enemigos libramos Señor Dios nuestro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.
Pues empezamos Señor nuestra oración en este lunes. Os acordáis que estábamos meditando sobre los dones del Espíritu Santo y los estábamos viendo de abajo arriba, de menos perfectos a más perfectos. Menos perfectos no significa imperfecto porque todo lo que viene del Espíritu Santo es perfecto, sino de menos importantes podemos decirlo, menos elevados mejor, a más elevados.
Los dos primeros, todos son necesarios, los dos primeros escalones de esta escalera que nos lleva al cielo y que hemos visto fueron el don de temor filial de Dios y el don de piedad. Hoy vamos a ver el don de fortaleza. En la misa de hoy, en la oración colecta se incluye esta preciosidad. Dice, llegue a nosotros Señor la fuerza del Espíritu Santo para que podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio con una conducta santa por nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué es esto sino implorar el don de fortaleza? Que llegue a nosotros la fuerza del Espíritu Santo, la fortaleza del Espíritu Santo, para que podamos cumplir tu voluntad fielmente a pesar de las dificultades. Eso es lo que hace la fortaleza, resistir las dificultades y mantenerse en el bien y demos testimonio con una conducta santa.
Eso es la fortaleza, dar testimonio de santidad en medio del mundo a pesar de todas las dificultades que encontremos, el testimonio supremo que dan los mártires. O sea que con esta oración colecta cuando vayas hoy a misa o la sigas piensa, estamos pidiendo el don de fortaleza, la fuerza del Espíritu Santo.
Seguro que has visto alguna de esas películas, son inacabables, hay ya nueve me parece, de Star Wars, de la guerra de las galaxias y te sonará y sonreirás al escucharlo aquello de que la fuerza te acompañe, que la fuerza te acompañe.
Hay gente que alguna vez dice, hombre lo de la fuerza es como una metáfora del Espíritu Santo. No creo, porque la fuerza es algo impersonal y el Espíritu Santo es una persona divina, amorosa, personalísima, un gran amigo. Bueno pero sí que el don de fortaleza creo que es un poco que la fuerza te acompañe.
Acuérdate alguna escena de esa película en la que haciendo un gesto con la mano sacaban una nave, o sea algo completamente imposible para una persona normal, una nave sumergida, o luego haciendo un gesto pues hacía como un escudo ante los disparos láser. Pues hay muchas cosas que nos superan en la vida que nosotros no tenemos fuerza para hacer, sobre todo en la vida interior, en la vida espiritual, en la vida sobrenatural.
Mira, ayer me llamó una chica que estaba angustiada. Le he pedido permiso para contarlo porque pensó, le dije, te parece que lo que cuente esto porque le puede hacer bien a gente. Dice sí, sí, lo que quiera. Pues esta chica que me llamó por teléfono angustiada porque pues mira, porque había hecho una cosa muy mala por culpa del alcohol. Entonces es algo que ya ha ocurrido otras veces y me decía soy una mala persona porque si me va pasando esto yo una y otra vez es que soy... ¿Qué tipo de persona soy yo? Me decía.
Y en realidad yo le decía no, no, no, no, tú eres muy buena persona pero eres débil y te vencen porque ¿quién no experimenta esa vulnerabilidad que tenemos sobre todo en las cosas referentes a la vida sobrenatural? A la capacidad de resistir las tentaciones, a la capacidad de hacer el bien y no venirnos abajo, no desanimarnos, no decaer con el paso del tiempo, a la capacidad de no impacientarnos con nosotros mismos, con los demás y perseverar en el bien.
Fíjate que el mismo San Pablo decía algo muy parecido a lo de esta chica. Dice pues no hago lo bueno que deseo, es la carta a los romanos, sino que obro lo malo que no deseo y si lo que no deseo
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