2HT 3x16 - La chica de la fábrica de cerillas/Rollerball 592l5a

Bienvenidos y bienvenidas a Dos Hombres Tranquilos, un podcast de cine y discusión con Alberto Frutos y Pepe Hernández.

Hola, ¿qué tal? Bienvenidos y bienvenidas a una nueva entrega de Dos Hombres Tranquilos, el podcast donde Pepe Hernández y un servidor Alberto Frutos descubren en directo, en pleno directo, esto no es nada grabado, ¿lo estás escuchando? Y lo estamos ahora mismo haciendo, es una cosa increíble, descubrimos lo que opinamos sobre una peli supuestamente buena y una peli supuestamente mala que hemos visto por primera vez durante esta semana.

Pepe, ¿qué tal? Pues muy bien, muy fresco porque, como te he dicho en el previo, yo pensaba que ayer me iba a pegar la gran fiesta porque son las fiestas de Primavera de Murcia y al final todos los planes que he ido teniendo se han ido cayendo, con lo cual sencillamente me di un paseo y volví a casa así, con las manitas en los bolsillos, dando una patadita a una de las 10 millones de latas que había por el suelo y no silbando porque yo no sé silbar, esa es una cosa que no puedo hacer, y mirando al horizonte con cara de tristeza pues como un personaje de una de las películas de las que vamos a hablar hoy, ¿no? Podría haber sido peor porque tú podrías haber venido con resaca o incluso mejor sin acostarte directamente… O sin voz, que no se habría notado nada porque yo no tengo la voz de radio que tienes tú.

Hablarías un poquito más flojo y ya está. Podría ser peor, yo vi al Madrid perder una final en el minuto 116, un partido que terminó a las 1 de la mañana y contra el Barça. O sea, ojalá haber sido yo el que iba por Murcia dando patadas a latas y tú el que se zampó ese disgusto tan enorme, la verdad. También te digo una cosa, estando yo viendo una de las películas de las que vamos a hablar hoy, anoche, creo que mis vecinos son del Barça porque gritaron muy fuerte a horas introspectivas de la madrugada y parece ser que con alegría. Bueno, mis vecinos por esa regla de tres pueden creer que soy del Barça porque grité a altas horas de la madrugada, pero no con alegría me parece a mí. Lo digo en serio, hay veces que hay despista.

Yo tenía unos vecinos que dí por hecho que eran del Barça todo el tiempo porque cada vez que marcaba un equipo contra el Madrid se oía mucho grito en la casa de al lado y una vez me los encontré en el rellano y me dijeron que ayer ganamos y yo ya se los dije, le dije pero vosotros no sois del Madrid ¿no? Y me dijeron sí, sí, digo, pero sí, cada vez que nos marcan gol oigo un griterío en vuestra casa y dice bueno, es que aquí nos enfadamos más con los goles que nos marcan que con los que marcamos nosotros que casi ni los celebramos y entonces pues nos abrazamos y cuando me mudé pues les abracé y lloramos, nos pesamos el escudito y ahora mismo pues seguramente debería llamarles para ver cómo están y para mandarles muchísimos ánimos.

Lo único bueno de todo esto es que, aparte de que Pepe está en un estado de salud bueno y que se puede dialogar con él, me quedo con, y espero que esto no te lo tomes como un reto o un desafío, me quedo con la incertidumbre de cómo sería grabar un programa contigo borracho porque a lo mejor de repente eso te hace ser como hiper mega reflexivo y no, Alberto, lo que quiere decir esta película realmente no la hagas nunca, no lo probemos por favor, te lo pido, que tú estas cosas la interpretas como quizás es algo nuevo, distinto para el podcast, vamos con ello.

Es un reto. No, pero es cierto que las dos cosas que nos han, esto es precioso cuando ocurre esto, los dos modelos de noche profundamente decepcionantes que tuvimos tú y yo es un estado perfecto para hablar del cine del primer protagonista de esta entrega de Dos hombres tranquilos, no porque sus películas sean tristes, que lo son, pero no lo son, porque por encima de todo tienen un encanto, una humanidad, también un muchísimo sentido del humor, un romanticismo, una manera de dignificar a todas sus criaturas que pulverizan ahí, todas muy parecidas, con historias muy similares