352 - Dignidad, de Pablo de Garay 3l615y

Hola corazones, espero que estéis genial. Hoy os traigo una nueva colaboración con la revista de videojuegos GTM y con el podcast El vuelo del cometa. Como siempre que hacemos estas colaboraciones, se trata de un relato basado o inspirado en un videojuego. Y como siempre que hacemos estos relatos basados en videojuegos, os propongo el juego de que seáis vosotros quienes deduzcáis de qué videojuego se trata, en lugar de deciros yo de cuál se trata.

Creo que este no es difícil, pero tampoco es de los más fáciles que os he traído. Vamos a ver cuánto tardáis en deducir en qué universo de videojuegos nos estamos metiendo en esta ocasión. Episodio dedicado a Juan, a ver si lo digo bien que tiene muchas equis. Juan Josep, nuevo mecenas del podcast, muchas gracias Juan Josep, si estuviésemos en Valencia, por ayudarme a mantener esto funcionando. Gracias a todos los mecenas, sin vosotros aquí sólo habría silencio. Y ahora sí, hoy quería ser breve.

Apagad vuestros ojos y encended vuestra imaginación, porque comenzamos.

Los cuentos de la Casa de la Bruja, tu podcast semanal de relatos de misterio, ciencia ficción y terror. Cada viernes, al caer la noche, un nuevo relato. Alternamos entre episodios gratuitos para todos nuestros oyentes, y episodios exclusivos para nuestros mecenas. Si te gusta nuestro contenido, suscríbete. Y si te encanta, hazte mecenas desde el botón azul apoyar, para acceder a todo el contenido extra. Gracias por tu apoyo, y disfruta de este episodio.

Los cuentos de la Casa de la Bruja presentan Dignidad, de Pablo de Garay, en colaboración con la revista de videojuegos GTM y el podcast El Vuelo del Cometa, narrado por Juan Carlos Albarracín. Veo a la Teniente Whitaker irse con el nuevo cabo. El tipo tiene tanta pinta de pertenecer a un club de moteros que apesta a delito pendiente. Aunque más que su aspecto de delincuente, lo que me ha llamado la atención ha sido el lugar al que van.

Chelmood. La maldita universidad. Mi maldita universidad. No soy capaz de reprimir la ansiedad cada vez que oigo ese nombre. Antes le prendo fuego al arca o le pego un tiro al coronel que volver a poner un pie allí. Aquí estoy bien. Tengo un catre, mantas y comida caliente.

Trabajar a las órdenes de Weaver no es tan malo, es un tipo decente, la mayor parte del tiempo. Dejé gente aquel día. Algunos se fueron, a otros les echaron y a mí me abandonaron cuando la humanidad mostró sus verdaderos colores. Al menos yo estoy vivo, ellos no pueden decir lo mismo. He pasado por mucho. Ya no soy aquel tipo flacucho, ahora soy otra cosa, un superviviente, un químico, un cabo de la milicia, un hombre.

Hace 427 días. Un puñetazo y su desprecio, eso es lo que está a punto de impactar contra mi cara. Lo sé, porque he recibido ese tipo de golpe muchas veces. Mismos abusones, diferentes uniformes. Mi metro sesenta y siete y mis cincuenta y ocho kilos, mis gafas de pasta y mi expediente académico me han puesto una diana en la espalda desde el primer día de instituto. El golpe me provoca una sensación de déjà vu constante que se repite cíclicamente día a día.

Lo lavo.