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La memoria de Imhotep
"Aceite de perro" de Ambrose Bierce

"Aceite de perro" de Ambrose Bierce 1v573s

17/2/2023 · 12:13
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La memoria de Imhotep

Descripción de "Aceite de perro" de Ambrose Bierce 3z5e2h

Ambrose Gwinett Bierce (Meigs, Ohio Estados Unidos, 24 de junio de 1842-Chihuahua, 1914) fue un editor, periodista, escritor y satírico estadounidense. Escribió el cuento An Occurrence at Owl Creek Bridge (El incidente del Puente del Búho) y compiló el léxico satírico, el Diccionario del Diablo. Su vehemencia como crítico y su visión sardónica de la naturaleza humana que mostró su trabajo le ganó el apodo de «Bitter Bierce» («El amargo Bierce»).1​ Bierce empleó un estilo distintivo de escritura, especialmente en sus historias. Su estilo a menudo abarca un comienzo abrupto, imágenes oscuras, vagas referencias al tiempo, descripciones limitadas, eventos imposibles y el tema de la guerra. En 1913, Bierce viajó a México para adquirir experiencia de primera mano de la Revolución mexicana. Se rumoreaba que viajaba con tropas rebeldes, y no se lo volvió a ver. Satíricos, punzantes, mordaces, irónicos… Así son los escritos de Ambrose Bierce. Su particular estilo le costó el sobrenombre, entre sus compañeros periodistas, de “Bitter Brierce” (“El Amargo Bierce”), en una época en la que escribir para ganarse la vida estaba mal visto. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1215637 6o5s2r

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A la memoria audrey motel presenta aceite de perro de hambre bierzo me llamo o cérvix nazi de padres son estos en uno de los más humildes caminos de la vida mi padre era fabricante de aceite de perro en mi madre poseía un pequeño estudio a la sombra de la iglesia del pueblo donde se ocupaba de los no deseados en la infancia me inculcaron hábitos industria osos no solamente ayudaba a mi padre a procurar perros para sus curvas sino que con frecuencia era empleado por mi madre para eliminar los restos de su trabajo en el estudio para cumplir este deber necesitaba a veces toda mi natural inteligencia porque todos los agentes de la ley de los alrededores se oponían al negocio de mi madre no eran elegidos con el mandato de oposición mi el asunto había sido debatido nunca políticamente simplemente era así la ocupación de mi padre hacer aceite de perro era naturalmente menos impopular aunque los dueños de perros desaparecidos lo miraban a veces con sospechas que se refleja daban hasta cierto punto en mí mi padre tenía como socios silenciosos a dos de los médicos del pueblo que rara vez escribieron una receta sin agregar lo que les gustaba designar lata de olió es realmente la medicina más valiosa que se conoce pero la mayoría de las personas es reacia a realizar sacrificios tonales para los que sufren y era evidente que muchos de los perros más gordos del pueblo tenían prohibido jugar conmigo hecho que afligido mi joven sensibilidad y en una ocasión estuvo a punto de hacer de mi un pirata a veces al evocar aquellos días no puedo sino lamentar que al conducir indirectamente a mis queridos padres su muerte fui el autor de desgracias que afectaron profundamente mi futuro una noche al pasar por la fábrica de aceite de mi padre con el cuerpo de un niño rumbo al estudio de mi madre veo un policía que parecía vigilar atentamente mis movimientos joven como era yo había aprendido que los actos de un policía cualquiera sea su carácter aparente son provocados por los motivos más simples y lo eludir metiéndome el aceite iría por una puerta lateral casualmente entre abierta cerré enseguida y que de a solas con mi muerto mi padre ya se habían retirado la única luz del lugar venía de la hornada ya que ardía con un rojo rico y profundo bajo uno de los calderos arrojando rubí con dos reflejos sobre las paredes dentro del caldero el aceite giraba todavía en indolente ebullición y empujaba ocasionalmente a la superficie un trozo de perro me sentía esperar que el policía se fuera el cuerpo desnudo del niño en mis rodillas y le acaricia tiernamente el pelo corto y sedosos que guapo era esa temprana edad me gustaban apasionadamente los niños y mientras miraba al que erwin casi deseaba en mi corazón que la pequeña herida roja de su pecho la obra de mi querida madre no hubiese sido mortal era mi costumbre arrojar los niños al río que la naturaleza había provistos sabiamente

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