Aliens Ancestrales: Claves Ocultas de Nuestra Historia 2p186h

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Ante todo, una reflexión, y es que lo he dicho en mil entrevistas que me han hecho a propósito de este trabajo, porque puede parecer que muchas de las teorías que voy a plantear puedan hasta cierto punto romper muchos esquemas, tanto en el ámbito de la fe como de la ciencia.

Yo no pretendo convencer a nadie, solo he pretendido convencerme a mí mismo.

Y si eso les vale, les diré que para mí todo ha tenido sentido, que he cerrado una especie de círculo, después de muchos años, y todo lo que planteo, o lo que voy a plantear en los minutos siguientes, tiene una tremenda coherencia para explicar muchas de las grandes incógnitas que rodean al hombre cuando hablamos de si fuimos o no visitados en la antigüedad por seres de otros planetas, y si incluso la vida en la Tierra no deja de ser una consecuencia, no del azar, sino de un plan establecido.

Y por eso he escogido esta frase del gran maestro Juan José Benítez, de un libro, además, en el que para muchos les dirán es una ida de olla, que es Ricky B., un supuesto marciano, digo marciano cariñosamente, un extraterrestre infiltrado entre los seres humanos, y él decía, si perteneces a la gran masa, si nunca miras al cielo o hacia tu interior, no sigas, o sea, váyanse, váyanse, porque seguramente no entenderéis nada.

Yo sí pretendo que entiendan, y vamos a iniciar este viaje, y lo vamos a hacer desde Madrid hasta Managua.

Aquí tendría que sonar, queridos amigos, de control, un audio.

Vamos a ver si suena esta vez.

Debería de sonar. Hola, hola.

Bueno, yo ya estoy acostumbrado.

Es que siempre he deseado hacer esto.

Siempre he deseado hacer esto.

Siempre a todos nos ha gustado sentirnos un poco Indiana Jones, y esto es lo que, de alguna manera, experimenté aterrizando en la selva, por primera vez.

Una cosa es aterrizar en los grandes aeropuertos, la otra es montarte en una avioneta, una Cessna, como esta que ven aquí al lado, y aterrizar en medio de un vergel, de un tapiz verde solamente flanqueado por el río San Juan, que, por si ustedes no lo saben, es el río que los conquistadores españoles, cuando llegaron al Nuevo Mundo, creían que podía ser el paso entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico.

Al final no, era navegable en muchos kilómetros, pero no consiguió ser, pero marcó definitivamente el destino de ese país centroamericano.

Yo me había dirigido a un pequeño archipiélago que está en el lago Nicaragua.

Allí le llaman en náhuatl Cochivolca.

Es un gigantesco lago de 11 kilómetros nada menos que de longitud de agua dulce y paradójicamente no potable.

Lo digo porque hay carestías, hay necesidades en ese país centroamericano, sobre todo a raíz de los muchos terremotos que ha sufrido y que después sus gobernantes han gastado el dinero en otras historias y sin embargo la gente sigue todavía viviendo en campamentos de refugiados desde esos años 70 en los que esos terremotos blandieron la tierra.

Llegué a las islas de Solentiname con el propósito de conocer quién era este personaje Ernesto Cardenal, que tiene una casa, supongo que todavía la sigue teniendo, porque hace muy pocas semanas, hace un par de semanas, murió su hermano.

Ernesto Cardenal es un monje trapense que estuvo detrás de lo que se conoce como la contra sandinista, es decir, allí había un dictador, Anastasio Somoza, que con mano férrea explotaba a los campesinos y este señor predicaba el evangelio de una manera un tanto peculiar.

Él removió la iglesia, en lugar de poner banquitos como estamos acostumbrados las iglesias las hizo circular, hizo pintar a los campesinos la iglesia con colores de forma muy variopinta y muy curiosa y él decía que Dios no decía que tenían que ser pobres y que tenían que estar explotados.

Era un poco, ¿cómo les diría?, un cura rojillo, muy rojillo, y ahí estuvo detrás de una verdadera revolución.

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