
Descripción de El Apagón 273ud
Después del apagón de la semana pasada, nos quedó una pregunta: ¿qué pasa cuando el mundo se calla? En este episodio hablamos de escritores que eligieron el silencio, la soledad y la naturaleza como refugio y motor creativo. Desde Thoreau en su cabaña hasta Dickinson en su habitación, exploramos cómo algunos encontraron en el aislamiento no una huida, sino una forma más intensa de estar en el mundo —y de escribirlo. 36w3y
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Una tarde cualquiera, sentado en el umbral de su cabaña, alguien en soledad ve aparecer una mariposa con aire de diva flotante. No tiene apuro, no tiene destino, y aun así parece saber exactamente lo que hace. Bate las alas como si desfilara por la pasarela de la naturaleza, ignorando por completo la mirada del espectador solitario que, de pronto, se siente público VIP. Él no se mueve, no se acosa que con un estornudo le arruine la coreografía.
Por un instante, el mundo se detiene. No hay listas pendientes, ni noticias, ni pensamientos profundos. Solo esa mariposa, dando vueltas como si ensayara para un musical aéreo, y unos ojos que la siguen con una mezcla de asombro y envidia. Porque, sinceramente, ¿quién no querría vivir así, volando sin razón aparente y siendo hermoso sin esfuerzo? Hola, hola y bienvenidos una semana más a vuestro podcast. Soy Odol Literario, somos Dani y Estefanía. Y esto es Marilia Andrés Podcast.
Has quitado mi trozo de frase. Todo el día que te quito cosas.
Y esto es... Marilia Andrés Podcast.
Estás muy nasal, ¿no? Estoy muy nasal. ¿Y tú muy? ¿Cómo has hecho? Anal. Sí, he vuelto esta vez de Zúrich, mira, con un catarro. Pues mira, que te hace buen tiempo siempre que vas.
Sí, pero ha hecho mucho sol y luego por la tarde noche hacía frío, claro, ibas en manga corta.
Tú sabes cómo se destapan las orejas y los narices.
Ah, sí, con un sifón, sí, ¿no? No, parecía una cochinada.
Bueno, sí, con lo que se llama un sifón. Ah, con el sifón, es verdad, es verdad, es verdad, es verdad.
Sí, tú ya lo has practicado. No, pero me lo han contado.
Lo he sido yo esta vez. Me lo han contado. Bueno, ¿y qué tal tu viaje? Muy bien, muy bien, la verdad que muy bien. Sí.
Te dije, ¿no?, que me encontré a Sergi, ¿no? Sí, sí, sí.
Iba a Suiza también. Iba a Suiza, sí, es que al final todos los caminos nos llevan a nuestros amigos escritores.
Sí, sí. Y Estefanía, no sé si como ya hacemos programa cada 15, ¿se había muerto el Papa ya en el último capítulo o no? Ay, pues no estoy segura. Ah, no lo sé, pero bueno, se nos ha muerto un Papa, hemos tenido un apagón.
Claro, que al apagón le hacemos un homenaje, al Papa, en cambio, pobre, no le hemos dicho nada.
Estamos esperando que venga tu tío a ver si... Es verdad, que tenemos un capítulo bíblico pendiente.
Oye, no me digo mucho, puede ser. Yo te digo perfecto. Para variar, ¿no? Bueno, no pasa nada.
Cuéntame, ¿cómo viviste el apagón? Pues la verdad es que yo lo viví primero con indiferencia, es decir, pensaba que era de mi bloque y pensé...
Estaba en teletrabajo y dije, pues mira, ni tan mal. Después salí de casa porque tenía que hacer un recado y vi que estaba todo el mundo en la calle y digo, pues no va a ser de mi calle, va a ser algo más generalizado. Y entonces ya vi el drama, me dijeron que un ciberataque, que no sé qué.
Fui a ver a la familia, todo bien. Y luego, pues la verdad es que me aislé bastante en casa. Pasé una tarde bastante introspectiva de meditación.
Además, como estoy viviendo un proceso personal convulso, que algún día le contaré los maridiendas, pero es demasiado pronto.
Pues bueno, me sirvió para algunas cosas que se tenían...
Para empaquetar.
Para empaquetar, sí, sí. Y nada, la verdad que no lo viví con grandes dramas, pero sí que es verdad que tuve un pico de horas de ansiedad sin tener ningún aparato y luego lo superé. Yo creo que es como el mono, ¿sabes? Que a partir de la tercera o cuarta hora ya dije, oh bueno, realmente al principio tuve mucha ansiedad y me fui a apagar y encender el móvil, en plan, no funciona. Y luego, pues estuve dos o tres horas así mal y al cabo de media tarde lo empecé a superar.
Y por la noche volví a tener otra vez un poco de pico de buen estoque. O sea, ¿va a volver la normalidad o no? Porque seguías sin internet.
Sí, y además me tuve que duchar con agua fría. Es que me di cuenta de lo importante que es la luz.
Y el gas.
Y el gas, claro, claro.
El gas.
Todo va con lo mismo, entonces, bueno.
Pues a mí me pilló en la oficina y pensamos que era eso, un ciberataque, un putín o algo así.
Pues mira vosotros que en la oficina que estamos de obras podría haber sido...
Y ahí estábamos esperando a ver que la jefa se dignase de decir, venga, iros para casa.
A ver, señorita Frago, a ver si les das un poquito de cancha a estos chicos antes.
Y nada, luego ya cuando llegué a casa, al cabo de una hora y media para llegar a casa, bien, tranquilo, en casa.
Un poco más tenía ansiedad por... ya sé que hablo mucho, ¿no? Pero Pedro estaba en Lisboa y le cancelaron el vuelo y entonces ya no supe nada más de él.
Hasta las doce y media de la noche.
Y yo mira, yo sabía que no tenía internet, pero él sí que tenía internet.
Y claro, no sabía que yo no tenía.
Y claro, luego cuando me llegó tenía allí mensajes...
Sí, además, sobre todo a mí, quizás lo que más me agobió es el no poder ar con la gente que no está conmigo el día a día.
O sea, que no vive conmigo.
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