
AURELIO MAROTO-GÓMEZ PIMPOLLO, Periodista de Raza 414t6d
Descripción de AURELIO MAROTO-GÓMEZ PIMPOLLO, Periodista de Raza 4m5r3a
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Crónicas a pie de calle, con María Jesús Romero de Ávila de Lara.
Así que estamos en un nuevo programa de Crónicas a pie de calle, gracias a Rocío, como siempre, la parte técnica, y me he desplazado una vez más aquí a mi pueblo, a la solana Ciudad Real, para charlar con un apasionado de la comunicación en todas sus facetas.
Él es Aurelio Maroto Gómez Pimpollo, periodista desde 1991, ahí es nada, ahora mismo es director de la revista Gaceta de la Solana y director de la emisora municipal de la Solana, Radio Horizonte.
Así que con él vamos a hablar de su vida, su trayectoria y su pasión por el periodismo.
Aurelio, bienvenido a esta tu casa.
¿Qué tal María Jesús? Muchas gracias, encantado de estar contigo.
Qué bien, qué bien que hayas aceptado esta entrevista, me hace mucha ilusión que te conozcamos un poquito más.
Pues no podía decir que no, en absoluto.
Ya te conozco hace muchos años y bueno, hemos compartido algunas cosas a nivel de comunicación, yo te he hecho alguna entrevista también, hemos hecho muchas informaciones y bueno, aparte ya tenemos una amistad personal que nada, ningún problema, pregúntame lo que quieras, aquí estoy para tu disposición.
¿Qué tal en tu papel de entrevistado? ¿Ya te lo has experimentado en otras ocasiones? ¿Te han hecho entrevistas? Pocas, muy pocas, no ninguna porque en alguna ocasión, en una radio escolar sí que he ido con niños de escuelas y me han preguntado cosas y además las preguntas de los niños son incisivas, son difíciles, ahí no hay filtros.
Pero no, no tengo experiencia en entrevistas a fondo, no es mi área, mi área es la otra, pero entiendo que en algún momento tendrá que ser como hoy.
Claro, yo recuerdo cuando yo hacía aquí Crónicas de una sola nera, que tú lo anunciabas, decías Crónicas de una sola nera, la vida en las ondas o algo así, un texto muy bonito que tú mismo creaste para nombrar el programa, o sea que muy agradecida desde siempre cuando te pedí la oportunidad aquí, enseguida me la diste en esos años que estuve aquí.
Bueno, siempre me gusta un poco comenzar la charla hablando de la infancia de los invitados, ¿tú cómo recuerdas la tuya? Pues una infancia feliz María Jesús, una infancia de los años 70, años 80, en los que la solana salía de la antigüedad, salía de aquellos tiempos un poquito más oscuros, pero yo me considero siempre un niño feliz, una familia estructurada, muy bien, digamos, orientada al trabajo diario, al esfuerzo, y bueno, afortunadamente no tuve ningún problema en ese sentido, tuve buenos amigos, buenos compañeros, mi escuela, mi instituto, mis estudios, el trabajo en la fragua con mi padre ayudando, y bueno, bien, bien, la verdad es que yo creo que los niños de infancia feliz suelen tener una adultez también feliz.
Es verdad, es que es la base, yo creo que es fundamental tener una infancia feliz, ¿verdad? Sí, yo también lo creo, yo también lo creo.
Y juegos en la calle, claro, muchos juegos, ¿no? Salir del colegio, ¿no? del colegio El Santo, que aún existe, te ibas por ahí a jugar, ¿no? Sí.
Con los amigos.
Los juegos de entonces, la bicicleta, la Orbea, la BH, el juego de las canicas, el guá.
El guá.
Bueno, pues ir al Portillejo, ir al Cerro de la Orca, hacer San Antón, o sea, en San Marcos.
San Marcos.
Y ese tipo de cosas, era una infancia muy tranquila, pasando frío en invierno, con el pantalón corto todavía algunas veces, y calor en verano, entonces no había calefacción en las casas, no había aire acondicionado en verano, y recuerdo, recuerdo muy bien los juegos en la plaza.
Yo siempre he vivido por el centro, donde nací.
Ah, por el centro.
Vivo ahora exactamente en la casa donde nací.
Don Gilles, allí donde la casa de tus padres.
Sí, sí, en la misma.
Y eso es.
Y nada, pues yo siempre he jugado por el centro en la plaza y en la zona de la calle Pardica, donde tenía la fragua mi padre, jugando a los juegos habituales de los niños entonces.
No había aparatos tecnológicos, no había pantallas, y todo era pues en el cara a cara, hablando con la gente, con los niños, con los mayores, por la calle.
Bueno, viendo a los ancianos, que no eran tanto, pero que tenían esa apariencia de anciano de antes, en la plaza mayor, sentados en San Sebastián de los Pobres, como se decía, y ese tipo de cosas.
Bien, bueno.
Sí, sí, sí.
Me ha hecho mucha gracia en el libro, que luego comentaremos, La Solana y las Oces, que tú ayudabas a tu padre, echabas una manilla ahí en la fragua, y dijiste una vez delante de tu familia, me siento un niño explotado, y se me ocurrió.
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