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Descripción de EL AURIGA 1145
El mito del carro alado aparece en el diálogo de Platón, el Fedro, obra en la que el filósofo tratará el tema del amor, pero también de la muerte, del destino del alma, de la belleza o de la ética. Para explicar su visión del alma, el griego va a recurrir a una alegoría en la que un auriga, que representa la parte racional del alma humana, conduce un carro tirado por caballos. El auriga, tiene serias dificultades para guiar a los caballos, que se debaten entre el bien y el mal, igual que ocurre en el alma humana. 2o4410
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Bienvenidas y bienvenidos a Horizontes Perdidos, un podcast de Leo Vicente.
Entrad libremente y por vuestra propia voluntad.
Un viaje mágico para recuperar el centro.
Sendas a los adentros, geografía mítica y atlas espiritual para nobles viajeros.
En la antigüedad, los profetas se refugiaban en el desierto para recibir el mensaje de Dios bajo una luz aterradora que les fundía los sesos y luego regresaban dispuestos a salvar el mundo.
Aquella gente, deslumbrada por la verdad, se alimentaba de saltamontes, de miel o de tortas que algún cuervo amable les bajaba en el pico.
Y el demonio les tentaba con visiones de mujeres en cueros, las mismas que hoy se aparecen a los eremitas urbanos vía internet.
En aquel tiempo cundió el rumor de que el hijo del carpintero de Nazaret se había ido a meditar a los yesares del Mar Muerto.
Después de cuarenta días de concentración, el hijo del carpintero se presentó en público y el lugar de enseñarnos a fabricar utensilios necesarios absolutamente perfectos se limitó a lo más fácil.
Quiso redimir a la humanidad de sus pecados.
Y claro, sabéis lo que hicimos, ¿no? Lo que hacemos siempre que cada vez alguien nos quiere hacer salir de la caverna.
Pues lo convertimos directamente en el exe homo.
He aquí el hombre.
Siempre que alguien intenta liberarnos, ¿sabéis lo que hacemos? Con lo más hermoso que vive dentro de nosotros, con el oro más elevado, lo crucificamos, le damos una muerte de perro.
En materia de espiritualidad, hoy el desierto es un concepto metafísico, un espacio creativo interior.
Los fulminados yesares del Mar Muerto no existen ya y los redentores modernos viajan al desierto sin moverte del sitio.
Precisamente porque eso es, eso es lo difícil.
Les basta con salir poco de casa, llevar una vida muy privada, alimentarse con austeridad y no aparecer nunca en las redes sociales.
En eso consiste ser hoy un asceta.
Fuera no hay más que ruido, basura, chiapuzas, estupideces galácticas, y palabras gastadas.
Huyendo de esta miseria diaria, los nuevos profetas se esconden también en el desierto interior.
Son fontaneros, escritores, evanistas, bomberos, jueces, artistas, agricultores, los que se han convertido en los más pobres.
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