Avicebrón - La Fuente de la Vida (Fons vitae) (Tratado I) 6t3o1n

Hola a todos los amigos de Filosofía Puntes. Estamos con Avicebron o Iben Gavirol, la fuente de la vida, el Fons Vitae.

Esta obra, una de las primeras, quizá la más importante en la vida de Avicebron o Iben Gavirol, está escrita en forma de diálogo y se expone en él una metafísica neoplatónica en la que se desarrolla la teoría de la materia y la forma postulando que toda la realidad, incluida las sustancias espirituales, está compuesta por materia universal y forma.

Este pensamiento influyó en la escolástica cristiana y en filósofos como Tomás de Aquino y Duncescoto, con sus pormenores, con sus críticas, aunque su identidad judía no fue reconocida en un principio.

Fons Vitae es un intento, como ya habíamos dicho en la vida de Iben Gavirol, de conciliar la teología con la filosofía y representa una de las síntesis más sofisticadas del neoplatonismo en la tradición medieval.

De ahí que nos tenga acostumbrado entonces el neoplatonismo a ofrecernos obras donde haya diálogo, diálogo, diálogo y que a través del diálogo de personajes ficticios o que personajes que representan ciertas conversaciones tengamos una enseñanza, un estilo de pedagogía que se hace a través de esta forma tan particular que ya tenía Platón en su tiempo.

Así que sin más dilación vamos con el primer tratado de La Fuente de la Vida.

Bueno, el tratado primero versa sobre las cosas previas para la determinación de la materia y formas universales y para la determinación de la materia y forma en las sustancias compuestas.

Este primer tratado comienza con una conversación entre un maestro y un discípulo, tratando de iniciar un diálogo sobre el propósito del hombre en este mundo.

Y para ponerse de acuerdo, el maestro le dice a este discípulo que existen dos clases de conocimiento del hombre.

Aquí el conocimiento que cae dentro de su inteligencia y aquí el conocimiento que no cae dentro de su inteligencia.

De los primeros tenemos nuevamente una división, es decir, de los que están dentro de la inteligencia, los que se conocen necesariamente y los que no se conocen necesariamente.

Los primeros, los que se conocen necesariamente, no necesitan pruebas, se demuestran por sí mismos.

Pero hay otros que deben establecerse mediante el arte de la dialéctica y la investigación, que son ese conocimiento que no se da necesariamente, que no es tan evidente y que necesita un ejercicio.

Y teniendo esto como base, el discípulo le pregunta al maestro ¿y qué es lo que el hombre debe buscar en esta vida? Y el maestro responde que como la mejor parte del hombre es la inteligencia, entonces el hombre debe buscar la ciencia principalmente.

En primer lugar, debe conocerse a sí mismo, debe conocer quién es para luego conocer las cosas externas y luego debe estudiar la ciencia de la causa final para saber su propósito en este mundo.

Pero el discípulo le pregunta ¿por qué la esencia del hombre tiene causa final? Recordemos que la causa final, en términos aristotélicos, es aquello que finalmente el hombre busca.

Y, por ejemplo, Aristóteles decía que la causa final del hombre es ser lo más hombre que pueda ser.

¿Pero qué significa ser lo más hombre que pueda ser? Para Aristóteles o para otros será diverso.

Pero para Aristóteles era ser feliz, el hombre tenía que buscar la felicidad.

Y esta felicidad, ¿dónde estaba? Estaba sujeta a la voluntad del hombre, a la voluntad de ser feliz.