Batman (1989) - La Música de Prince 353j4r

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Bienvenidos al Descampao.

Seguimos con estos especiales dedicados al Batman de 1989 y seguimos con música.

Después de contarte todo lo relacionado con la banda sonora de Danny Elfman, hoy toca hablar del genio de Minneapolis, The Prince.

Tengo que reconocer que este álbum, el de Batman, es un disco que tenía un poco, no voy a utilizar la palabra denostado, pero sí al menos apartado.

Olvidado.

Y gracias a estos episodios he regresado a él y me he llevado una grata sorpresa.

Esto, en el fondo, encierra un mensaje mucho más profundo de lo que a priori puede parecer, porque demuestra que evolucionamos como oyentes.

Es muy posible que un disco que no te pataba hace años ahora lo haga y viceversa.

Igual una canción que te gustaba mucho ha perdido parte de esa magia.

Y esto es fascinante porque el arte per se, y disculpa que me ponga de repente aquí a hacer disgresiones filosóficas, pero creo que esto es importante.

Te pongo reverba.

Vale.

Venga.

El arte per se tiene la capacidad de quedar congelado en el tiempo, no solo cuando se crea, sino cuando se llega a él por primera vez.

Deja una impronta en nuestro corazón.

Y lo bonito es que a través de los diferentes acercamientos a una obra que tenemos durante nuestra vida, le vamos dando un significado que, al igual que nosotros, varía con el paso del tiempo.

Es algo muy curioso.

Sea como sea, y tampoco tengo ánimo de entrar en disgresiones filosóficas sobre el arte.

Que tampoco pasaría nada.

Ya dejé caer en el anterior capítulo, algunos temas relacionados con Prince, esa balumba de locuras que quería llevar a cabo el equipo de producción hasta que se dieron cuenta de que esto va a costar mucho, esto no va a poder ser.

Hoy me voy a centrar en el proceso creativo de un genio y también en contar la historia de cómo un señor acaba haciendo una banda sonora sin ser exactamente una banda sonora.

Yo creo que frisa más el álbum conceptual que una banda sonora al uso.

¿Quieres saber más de esa historia? Pues ya sabes, quédate aquí conmigo que te la voy a contar en breve.

Uy, mírale, como...

¡Arriba las nalgas! Para grabar esta entrega me he venido al Iceberg Lounge de Gotham, que me han dicho que el dueño es el pingüino.

Pero oye, está ahora mismo encerrado en el asilo de Arkham.

No he tenido ningún problema, me permiten grabar.

Así que hoy de nuevo voy a ser la única voz que te acompañe.

Bueno, estoy también yo, ¿eh? Bueno, ¿y él? ¿El Capitán Pleonasmo? No, no, soy el Capitán Polisíndeton.

¡Ah! Y bueno, y claro, y tengo un uso reiterado de conjunciones y es lo que pasa, y es así, ¿de acuerdo? Uy, pero vete muchas conjunciones, aunque no pegue, ¿no? Hago lo que puedo.

Casi prefería al Capitán Pleonasmo.

Es que esta semana me toca Polisíndeton.

Ah, ¿y la que viene qué toca? Pues estoy entre Retruécano y Jalambur.

En Jalambur no sé lo que es, pero me hace gracia el nombre.

Bueno, pero hoy es Polisíndeton, ¿no? Y sí.

Vale.

Bueno, ¿algo más? ¿Quieres decir algo más o...? Bueno, que sigo siendo muy fan de usted.

Estupendo.

Mejor así.

Pero andese con cuidado.

¿Y? Ah, por decir una conjunción, o sea...

Bueno.

¿No tiene canción? Pues claro que no.

Ah, sí, sí tengo, sí.

Mira, no sé ni por qué pregunto.

Y.

¿Ya está? Es el single.

Bueno.

Antes de ir con toda esta ordalía en la que se vio sumido Prince para sacar adelante este proyecto, te voy a dejar 20 segundos y voy a aprovechar para poner de fondo la pieza Mi Madre, La Oca, de Maurice Ravel, porque es bonita.

¿Cómo estás? Cuéntame.

Tienes 20 segundos.

Aprovechalo.

Ay, ¿a cuánta presión? Pues 30, venga.

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