Casas Con Fantasmas Historias De Ultratumba 484611

En la casa. Están a punto de ver a personas reales. Estaba completamente aterrado, reviviendo aterradores encuentros paranormales por primera vez. Estaba completamente sobrepasada por el miedo. Mientras múltiples testigos borran cada rastro de duda. Gracias a Dios no era solo yo. Enterré esto por cerca de 30 años. Prepárense para tener miedo. Encuentros paranormales. Historia 29, Lori, toma 1, grabando.

Todos mis recuerdos de la casa de mis abuelos son demasiado aterradores y además son recuerdos de pesadilla. Odiaba ir para allá. Nunca me sentí cómoda. Siempre sentí que alguien me observaba. Siempre estaba ansiosa esperando que algo pasara. Lori no sabía cómo explicarle a otras personas la sobrecogedora sensación que la casa le provocaba. Recuerdo haber estado en la casa sentada en el recibidor cuando escuché que alguien se reía arriba.

Sabía que no había nadie y no encontré a nadie, pero yo podía sentir una presencia. Esa risa no sonaba como una risa graciosa, como de un gran chiste o algo así. Era más bien una risa de voy a atraparte. Era siniestra y malvada. Lori no era la única que sentía algo raro en la atmósfera de la casa. Su prima lo notó también. Cuando no hacía buen tiempo nos enviaban al sótano a jugar.

El calentador estaba en una esquina lejana y según puedo recordarlo solíamos hacer chistes entre nosotros diciendo que había un fantasma enterrado, porque al lado del calentador había un hoyo en el piso. Era un tipo de piso de linoleo muy viejo sobre la tierra y esa parte del piso se había hundido cuando la casa se asentó y era justo del tamaño y forma de una tumba.

Era escalofriante. Vámonos. Hasta ahora Lori sólo había sido visitante de la casa de sus abuelos, pero eso estaba por cambiar. Mis padres se divorciaron y nos mudamos a casa de mis abuelos.

No me sentía feliz por el divorcio de mis padres, pero la idea de tener que vivir en esa casa era mi peor pesadilla hecha realidad. Lo que sentí es que me habían sentenciado a una larga condena en prisión. Cuando nos mudamos ahí, que no importaba la época del año, había ciertas áreas de la casa que siempre se sentían realmente heladas. Una de ellas era mi habitación. No tenía mucho sentido porque mi cuarto recibía el sol matutino.

Estaba en ese lado de la casa, así que mi habitación debía ser brillante y cálida también, pero no lo era. Lori trató de ignorar las extrañas experiencias, pero continuaron. Había una mecedora muy antigua. Se escuchaba un ruido. Cuando volteé a ver, la silla se estaba moviendo adelante y atrás, adelante y atrás. Luego se detuvo. Paró por completo, como si alguien hubiera puesto un pie entre el piso y ella.

Entonces, volteé de nuevo a la silla y estaba moviéndose. El aire en el cuarto daba frío.