El conjuro de Emilia Pardo Bazán 5tt1a

El pensador solar pausada mente cayendo de la torre les que coronaban estatuillas te produce las doce de la noche del último día del año después de cada campanada la caja sonora y seca lo que daba vibrando como se estremeció misterioso se levantó el pensador de su antiguo sillón de cuero ni poner el roce de sus espaldas y brazos durante las jornadas estudios y solitarias y como quien adopta definitiva resolución se acercó a la chimenea sentida entonces o nunca he dado la ocasión favorable para el descolgó de una amplia una espada que conserva en la ranura el óxido producido por la sangre bebida antaño el masiva tallas y con ella describió frente a la chimenea y alejándose de ellas lo suficiente venta culo en el cual quedó incluso a chispas de juego brotaban de la punta de la pistola y la superficie del piso apareció como carbonizada allí donde se inscribió el círculo mágico alrededor del osado que se atrevía aplicar el rito de brujería yahoo implicado casi mientras trazaba el círculo murmuraba las palabras chaval místicas una figura alta y sombría pareció surgir de la chimenea y fue adelantándose hacia el en boca la hora sin ruido de pasos con el avance mudo de las sombras la capa basta flotante color de humo rebosaba la figura el sombrero oscuro cuya descendía hasta el emboscó no permitiría ver el rostro de la aparecido y el pensador no podía cercanas un encanto les sujetaba dentro del círculo sólo se libertaria sin receta es el conjuro al revés y marcharse el pentágono en sentido inverso pero le faltaba valor sentía cuajar sus penas ante el tiburón silencioso que acaso no tenía que tal vez era una ilusión perversa de los sentidos una niebla brasil satanás los hasta velilla pegar belcebú artículo ansiosamente interrogando cual de los nobles príncipes del abismo me honra acudiendo a mi vocación el espectro se desembolso suavemente no tenía cara en vez de implante vio el pensador una especie de mancha cambiante informe la voz salía del hueco del pecho como de una devastada caverna nos eres tú el aviso si tus días me llamaría el caballero de la nada por qué no es esto el vaso otros el pensador adivino y en el fantasma sin rostro invención del hombre no en balde había gustado el abanico licor de la sabiduría lentamente y absorba profundos en la quietud de su biblioteca desencantado la ciencia antigua a través del filtro luego el caballero de la nada el que sólo existe en nuestra mente que abarca su ser y no estrecha sino el vacío es el tiempo el tiempo soberano ya que has pedido pediré a ti lo que iba a pedir a los príncipes negra detente tiempo detente