
Descripción de Crímenes T5: Angelet 3352e
Àngel Vila es el masovero de Can Quintana, una masía donde vive y acoge a ciclistas y montañeros que rondan la zona. Con su vecino, improvisa un pequeño restaurante que se hace famoso por la carne a la brasa. Con el tiempo se propaga el rumor de que en la masía esconde una cantidad importante de dinero y unos desconocidos entran en la masía y torturan al Àngel. "Crímenes" es una serie de 'true crime' que relata sucesos reales ocurridos en la historia reciente de Cataluña. El presentador de radio y televisión Carles Porta presenta e introduce cada caso desde su estudio de radio, y da paso al capítulo. Se tratan sucesos recientes que han tenido un importante eco mediático y han pasado a formar parte del imaginario colectivo. Está basado en el programa de radio homónimo, emitido en Cataluña Radio desde 2018. Desde su estreno, la crítica televisiva le otorgó muy buenos comentarios por su cuidadosa búsqueda de datos y por su espíritu fidedigno, realista y respetuoso. 5ff4w
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Todo lo que veréis en este programa ha pasado.
Los hechos, los nombres y los lugares son reales.
En algunas descripciones, este programa podría herir sensibilidades reales.
La realidad y la muerte no tienen sensibilidades.
Hola, soy Carles Porta, gracias por acompañarnos.
Hoy vamos a contar una historia que, más que oscuridad, tiene maldad.
La noche del 21 de junio de 2003, alguien hace mucho daño a un hombre al que todo el mundo llama Angelette, Angelito.
El nombre lo dice todo de la víctima.
Ángel Vila tenía 77 años y vivía en Can Quintana, una masía aislada en medio del Montseny, un lugar donde paraban muchos ciclistas a comer algo.
Lo que pasó parece aclararse enseguida, pero ¿quién y, sobre todo, por qué le hicieron aquello a Ángelette? Intentaremos poner luz en la oscuridad.
Crímenes.
Un día, Angelette estaba allí en casa hablando y eso, y dice, muchos ciclistas pasan por allí, por casa, y me piden a ver si podríamos hacer algún bocadillo, un bocata.
Ah, ¿sí? Pues va.
Pues vamos a comprar un jamón y un pan y haremos bocadillos.
Y empezó así, ¿no? Íbamos haciendo y esto se fue animando.
A los que venían, los ciclistas, dice, ¿por qué no hacéis algo a la brasa, no? Ah, pues sí.
Y esto fue yendo a más, a más, cada vez más, hasta que llegó un momento en que ya venía tanta gente que tuvimos que buscar gente que nos ayudaran porque el teléfono no paraba, ¿eh? Angelette estaba muy contento porque estaba allí en la brasa, allá junto al fuego, y la gente le decía algo y le ayudaban a veces a girar la carne.
Cuando tenía el restaurante, estábamos, claro, con mucha más compañía, se le veía muy feliz.
Se le veía muy contento.
Al subir el fin de semana allí, la gente y eso, tenía una compañía que no había tenido.
Yo subía cada semana, o el sábado o el domingo.
Siempre me gustaba pasar un ratito allí, hacer un desayuno y...
Al no tener hijos y eso, a los sobrinos nos mimaba mucho.
Yo llego a las siete, siete y media, allí fuera me encontré unas herramientas tiradas allí por el suelo.
Ostras, y entonces voy hacia la puerta y me encuentro la puerta medio abierta.
Entro hacia adentro, miro y veo que el fuego no está encendido.
Yo pensé enseguida, algo ha pasado con Angelette, porque él cada día encendía fuego.
Se oía como un croc-croc.
No me hacía mucha gracia subir hacia arriba, porque, a ver, nunca sabes lo que puede haber allí dentro.
Si algún drogado de estos, o alguien te espera, o yo qué sé.
Ya me daba miedo estar allí, daba miedo.
La preocupación por Angelette supera el miedo.
Madre de Dios.
Voy hacia allá a la habitación y lo veo allí en el suelo.
Uf, yo cuando lo vi de esa manera,
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