
Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco - Arthur C. Clarke - El pacifista 4k4w6i
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Cuentos de la taberna del Ciervo Blanco, de Arthur C. Clarke, es un libro difícil de clasificar. A medio camino entre la fantasía y la ciencia ficción, mezclado con multitud de toques de humor, en él se pueden encontrar quince improbables historias, narradas de viva voz por quien parece ser el mismo autor en un pub londinense en el que se reúne semanalmente un selecto grupo de escritores, científicos, periodistas y editores. La gran estrella de esta tertulia es Harry Purvis, jactancioso y ocurrente fabulador que aprovecha cualquier ocasión para abrumar a sus amigos con extraños sucesos de los que ha sido supuesto testigo o privilegiado conocedor. Inventos sorprendentes, situaciones impensadas y experimentos audaces (máquinas para producir silencio, reproducir el placer sexual o fabricar melodías perfectas, buques que aran los océanos, computadoras para uso militar que adoptan comportamientos pacifistas, colonias de termitas que incorporan conocimiento humano, etc.) constituyen la trama, ingeniosa e imaginativa, de este libro. En este nuevo capítulo continuamos escuchando a Harry Purvis contarnos historias inverosímiles, con finales a veces divertidos, como en esta ocasión. ¡Drew, por favor, sírveme mi Lagavulin! ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1131024 8v3s
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La luna deslumbrante asuman entre los árboles lo oscuridad de la noche lo inunda todo y una tenue niebla comienza a aparecer alguien trate en el bosque busca el árbol viejo siéntate a su lado ponte cómodo si era los ojos y escucha la historia que trae tati las criaturas de la noche bienvenidos estos son los cuentos del bosque oscuro cuentos que la taberna del ciervo blanco de surf y claro el pacifista entre enero ciervo blanco algo tarde aquella noche y todo el mundo estaba ya agrupado en el rincón bajo la vía nave los dardos es decir todos excepto drive no había desertado de supuesto y estaba sentado tras el mostrador leyendo las obras completas de tomás eliot hablando de confidencial creer lo bastante como para darme una cerveza y explicarme lo que pasaba traído una máquina de juegos hasta ahora ha derrotado todo el mundo esa me está probando suerte en aquel momento una carcajada general anunció que no había tenido más suerte que los demás y me abrí paso entre la multitud para ver lo que pasaba sobre la mesa una caja metálica plana del tamaño de un tablero de ajedrez dividirá en cuadrados de una forma similar a este en el ángulo de cada cuadrado había un conmutador con dos posiciones y una pequeña luz en león el artefacto estaba conectado dejando por consiguiente a oscuras la diana de los dardos y rogers estaba buscando una nueva víctima qué es lo que hace esa cosa le pregunté es una modificación del juego de las cruces y los círculos se me lo mostró cuando estaba en los laboratorios bell lo que tiene que hacer uno es completar el camino de un lado del tablero al otro digamos por ejemplo del norte a sur conectando esos conmutadores imagínate que esa cosa forma una trama de calle si quieres y que eso es es son las luces de tráfico tú y la máquina os alterna y se los movimientos la máquina intentan bloquear tu camino construyendo uno propio en la dirección este oeste los pequeños leones se encienden para decirte en qué dirección desea moverse ninguno de los caminos tiene por qué ser una línea recta puede acarrear tanto como quieras lo que importa es que sea continuo y el que primero llega al otro lado es el que gana y será la máquina supongo hasta ahora jamás ha sido derrotada no puede lograr unas tablas bloqueando el camino de la máquina para al menos no perder eso es lo que estamos intentando quieres probar dos minutos más tarde había entrado a formar parte de las filas de los concursantes derrotados la máquina había sorteado todas mis barreras y establecido su propio camino de este a oeste no estaba convencido de que fuera invencible pero evidentemente el juego era mucho más complicado de lo que parecía cuando me he retirado eric miro alrededor al auditorio nadie parecía tener muchas ganas de prestarse voluntario dijo el hombre famoso y tu pardiez
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