EM¿OQ? 62 – La Corta Noche de las Muñecas de Cristal (1971) 36uu

La lámpara de araña de cristal destella sobre mí, deslumbrándome con los reflejos de la luz de las farolas que se cuela por las rendijas de la ventana.

En otro lugar, y en otro momento, un grupo de jóvenes desnudos bailan al son de una música que no suena.

Puedo escuchar el eco de mis pisadas sobre los adoquines de piedra resonando en la calle a oscuras.

Sostengo en las manos una estatua dorada que representa por un lado la masculinidad y por el otro la feminidad.

Quiero gritar, pero las palabras no salen de mi boca.

¿Estamos muertos o qué? Por otro lado, David en realidad no le interesa esto de Italia y sus thrillers y sus cosas.

Él simplemente está haciendo una búsqueda de películas.

Es una especie de volumen especial, como esto que hacemos en Aguas Turbias.

Es películas en las que sean estamos muertos o qué.

Y ha encontrado una perfecta, he de reconocerla.

La corta noche de las muñecas de cristal es un estamos muertos o qué de manual.

¿Estoy muerto o qué? Ese estamos sería un poco más estático.

Menudo viajecito, ¿no? Una película en filming, por supuesto, para el que le interese ver esto.

Y vamos a hablar de cuando alguien podía debutar con semejante pepino.

Ahora me contarás, David.

Imagino que en su momento sería esta peliculita.

Pero tú ves esta película y dices, ¿pero que esto lo ha hecho un debutante? Es una puta locura, ¿no? En fin, hablaremos de lo de siempre.

¿Es esto un yalo? ¿Deja de serlo? Ese tipo de cuestiones que, en fin, son un divertimento.

Hay gente que...

No sé si a ti te pasa, David, pero a mí hay un fenómeno que me flipa.

Por ejemplo, en lo que se llama, en tu caso, Pakis, en mi caso, Chinos.

La gente que va ahí y se compra libros de sopas de letras.

O de sudokus.

Me parece como que somos de especies diferentes.

Me pasó otro día, tío, precisamente.

Iba en el metro y vi a una mujer que estaba haciendo...

O sea, tenía una revista de estas de sopas de letras.

De estas de papel ultra reciclado, muy amarillo.

Sí, rugoso.

Yo tengo que decir que mi madre fue aficionada a estas cosas durante una temporada.

Hace mucho tiempo.

Porque recuerdo que yo era pequeño y gané cierta afición a sopas de letras, pero también a los crucigramas.

Yo tuve una temporada de crucigramas.

Me parecía una cosa muy divertida.

Y además, como el yalo era un género.

O sea, como había automatismos.

Voz de arreo.

Ar.

¿No? O sea, no como que...

Sí, sí, sí.

Había su propio código.

Sí, sí.

Mi padre se hace el crucigrama del periódico todas las noches.

Pero...

Bueno, en fin.

Tú has recogido esto de tu madre, yo he recogido esto de mi padre y lo hemos llevado a...

¿Es esta película un yalo? Es un pasatiempo sin ningún sentido y sin ningún fin.

Y, como digo, va a importar a 4 tarados otros que se están comprando esos libros.

El equivalente es escuchar este podcast.

Así que, en fin, David.

Este viaje del héroe que has hecho.

Porque ya no estás trayendo aquí tu profunda rosa o no sé qué.

Ni siquiera Sergio Martínez.

Estamos yendo a nombres muy particulares y creo que uno, cuando te aficionas al yalo y entras un poquito más de cabeza, es el de Aldo Lado.

Sí, o sea...

Te veo potente.

Eh...

Me hace pensar también esto.

Bueno, de hecho lo he pensado cuando estaba viendo la película otra vez.

Que...

Si ya era complicada la del yalo, aunque no le importaba a nadie podríamos incluso, dentro del yalo, abrir dos vías.

Porque hay una parte del yalo más canónico, por llamarlo de alguna manera que sí que recoge esa tradición de...

Judunit.

Aquí lo importante es que hay un asesino y al final, después de muchos giros, muchas veces sin sentido alguno, descubrimos cuál es.