
Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Viernes, 23 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist f655s
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Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Viernes, 23 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist, párroco de la iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, de Boadilla del Monte (Madrid) 1j4e63
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Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María, me consagra tu corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar.
Que honre mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.
Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro obispo y sus intenciones, por nuestro párroco y sus intenciones.
Oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y por el fin del afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Amén.
Nuestra Señora de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Vamos a meternos en este viernes en el que, como lo tenemos siempre presente al corazón de Jesús, le pedimos al Señor que nos dé esas entrañas compasivas, esas actitudes propias del corazón de Cristo, que buscan siempre acercarse al más frágil, al más pequeño, que buscan traducir en carne ese amor del Señor.
Y decimos la oración colecta, dice, danos, Señor, una plena vivencia del misterio pascual.
Para que la alegría que experimentamos en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvación.
Es precioso este camino que vamos recorriendo de la Pascua, y es el momento donde le pedimos al Señor que se haga verdad en nosotros esto que llevamos pidiendo, que efectivamente vivamos el misterio pascual.
Danos, Señor, una plena vivencia del misterio pascual.
O sea, que tengamos presente siempre y lo actualicemos y lo vivamos, y sea nuestro referente y nuestro modelo, y aprendamos de él, que a la luz se llega por la cruz, que se da vida dando la vida, que por la muerte se llega la resurrección, que la meta, cómo no, es la vida resucitada, la vida del cielo, pero que vivir con esa certeza de la vida del cielo nos lleva a meternos más a fondo en la vida y a entregarla, como lo ha hecho Jesucristo.
Que tengamos una plena vivencia del misterio pascual y que entendamos que en ese misterio pascual hemos nacido todos, hemos resucitado todos, hemos vuelto a la vida todos, que no es solamente una cosa puntual, romántica, como recordar nostálgicamente la entrega de Cristo, sino que entendamos que es la identidad del cristiano, que por eso nos colgamos la cruz y aspiramos a en la cruz vivir todos unidos y que surja esa nueva humanidad de esa cruz abrazada.
Por eso las condiciones para seguir a Jesús es negarse a sí mismo, es decir, amar plenamente, abrazar la cruz de cada día, la de cada uno, cargar con su cruz y seguirla al Señor. Bueno, pues que nos dé una plena vivencia, que nos dé el Señor una plena vivencia del misterio pascual para que la alegría que experimentamos en estas fiestas, o sea que es la culminación del misterio pascual, la alegría, que es una alegría que es la del cielo, que no es la del mundo, es la del cielo. Cuando Jesús dice, la paz os dejo, mi paz os doy, no la doy como la da el mundo, con la alegría sucede lo mismo.
Por eso dice, para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud, que no es una emocioncilla pasajera, es la alegría del cielo. Para que la alegría que experimentamos en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvación. O sea que esa firmeza, esa alegría sólida, un poco flácida que viene por emociones baratas, que a la alegría sólida sea nuestra fuerza y nuestra salvación. Cuando uno está apoyado en esa alegría de Dios, ahí lo puede todo.
Bueno pues, teniendo de fondo el misterio pascual como camino del cielo y anticipo de la alegría de la vida en plenitud de la vida eterna, nos lanzamos a contemplar el evangelio que la iglesia nos propone para este día. Un evangelio conocidísimo, utilizadísimo en las bodas, pero que me parece que es clave para que entendamos lo que es el amor de Dios. De hecho es una inclusión, ya veréis. Dice, este es el mandamiento mío, que os améis unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor mayor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe
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