Meditación SERIE 11-14 3r5d29

Vamos poniendo esa postura cómoda a la vez que firme, equilibrada, que estable, la espalda erguida, los pies sobre el suelo, los brazos sobre las piernas y poco a poco empezamos a tomar conciencia de ese maravilloso recurso que nos abre la puerta de la calma, de ese recurso que nos lleva a la isla de la calma que es la respiración y poco a poco nos convertimos en el observador, en la observadora de nuestra propia respiración.

Empiezo a tomar conciencia de cómo entra el aire en mi cuerpo y de cómo sale, puedo poner incluso el foco en el aire al entrar por las fosas nasales, puedo poner el foco en la temperatura de ese aire, quizás sienta un aire más frío al inspirar y un aire más caliente un poquito más cálido al expirar.

Observo el ritmo natural de mi propia respiración sin forzar nada, simplemente observarla y bailar al ritmo de ella, la respiración es como la compañera de baile, simplemente me adapto a su ritmo, observo su ritmo, la forma en la que entra el aire en mi cuerpo y la forma en la que sale, puedo darle un color a ese aire, el que más me guste, el blanco de la nieve o el verde del campo o el azul del mar, puedo imaginar que el aire al entrar tiene ese color, ese color que me da vida, ese color que al entrar en mi cuerpo revitaliza, rejuvenece, alimenta cada célula, cada órgano, cada tejido.

El proceso de la respiración es un proceso de autosanación, es un baño de salud, al inspirar entra vida a nuestro cuerpo, entra energía que alimenta, que repara, que sana cada célula y cada tejido, pongo también el foco en ese aire que se va, en el que suelto al expirar, imagino, visualizo que con él se va todo aquello que ya no vale, el enfado de ayer, la queja, lo que no salió bien, de forma que visualizo el proceso de respiración, lo observo como un proceso de autosanación en el que inspiro y me lleno de vida, expiro y suelto todo aquello que hoy ya no me vale y es posible que vaya llegando la calma, que una sensación de tranquilidad, de paz vaya llegando a tu cuerpo, ese aire al entrar es como un río interior que va pintando de color el interior de tu cuerpo, ese aire al entrar recorre tu cerebro, tus ojos, tus orejas.