"Muertos en Vida" La Última Estación #1 36dm

Expreso de medianoche, porque nos une el misterio.

La última estación con José Paredes.

Esta noche me voy a dirigir a aquellos que se les ha olvidado vivir.

No es que estén muertos precisamente.

Sus corazones laten, sus pulmones respiran, pero hay días, semanas, años en que caminamos como sombras, como si la vida fuera un simple trámite y no un regalo.

Esta medianoche vamos a encender una luz, a sacudir el polvo del olvido y a recordar por qué estamos aquí.

Suban conmigo, que este vagón va a rodar hacia el latido que hemos perdido.

Lo primero es parar a pensar.

¿Cuándo sucedió? ¿En qué momento se olvidó? Hay quienes despiertan cada día con el pilotillo encendido atrapados en una rutina que los devora.

Se levantan, trabajan, comen, duermen y vuelta a empezar.

Como si la vida fuera una lista de tareas que hay que tachar.

Y es que no hay una chispa en sus ojos.

No hay preguntas en su mente, solo un reloj que marca las horas sin sentido.

Otros cargan un peso invisible, el miedo, la culpa, el qué dirán.

Y se pasan la vida mirando al suelo, esperando que algo cambie sin mover un dedo.

Y están los que se perdieron en las pantallas, en un mundo de likes y notificaciones, dejando que el tiempo real se les escurra mientras persiguen sombras digitales.

Estos son los muertos en vida.

No necesitan tumbas ni epitafios.

Sus sepulcros son sus días vacíos.

Hay quienes se olvidaron de reír.

De esas carcajadas que sacuden el cuerpo, limpian el alma.

Otros dejaron de soñar, convencidos de que los sueños son para los jóvenes o los ingenuos.

Y ahora solo ven el mañana como una copia del ayer.

Algunos se hundieron en la amargura, atrapados en lo que perdieron, un amor, un trabajo, una oportunidad.

Y dejaron que el pasado les robe el presente.

Y están los que corren sin parar, persiguiendo dinero, éxito, un futuro perfecto, sin detenerse a sentir el viento, a mirar el cielo, a escuchar su propio latido.

¿Por qué nos sucede todo esto? La vida tiene una manera sigilosa de apagarnos si no estamos atentos.

Nos enredan obligaciones, nos pesa con deudas, nos distrae con ruido, nos dice que vivir es sobrevivir, que estar ocupado es estar vivo, que conformarse es suficiente y poco a poco nos creemos la mentira, que no hay tiempo para parar, para sentir, para ser.

Nos olvidamos de que cada amanecer es un milagro, de que cada respiro es un cambio, de que estamos aquí para algo más que pasar desapercibidos.

Nos olvidamos de vivir porque dejamos de preguntarnos ¿qué me hace vibrar? ¿Qué me saca de esta tumba que yo mismo cabe? Pero esta noche les traigo una verdad que arde como un faro en la oscuridad.

No es tarde para despertar, no importa cuántos días hayas pasado muerto en vida, cuántas veces hayas dejado que el reloj gane, estás aquí escuchándome y eso significa que algo en ti aún late, aún quiere salir del letargo.

¿Se nos olvidó de vivir? Sí, pero olvidar no es perder, es sólo un desvío, una pausa, una estación donde este tren puede cambiar de vía.

Quiero que imagines esto, cada día que abren los ojos, es un tique, un nuevo billete en este expreso, no es una condena a la rutina, es una invitación a romperla, no necesitan mudarse al otro lado del mundo ni ganar millones, la vida no se mide en grandes gastos sino en pequeños juegos.