ND (20x25) - SHAMBALA Y EL VIAJE EN EL TIEMPO 3dp52

Aquí comienza Nueva Dimensión.

Con Juan Gómez.

Washington. Mi reloj señalaba las 3 de la tarde.

Faltaban dos horas para que el Cementerio Nacional de Arlington cerrara sus puertas.

Yo había consumido la casi totalidad de aquel lunes, 12 de octubre, frente a las 3 tumbas de los soldados desconocidos y a la minúscula y perpetua llama anaranjada que da vida al rústico enlosado gris bajo el que reposan los restos del presidente John Fitzgerald Kennedy.

Aunque a fuerza de leerla había terminado por aprendérmela, consulté una vez más la clave que me había entregado el mayor.

Por enésima vez escruté el macizo sarcófago de mármol blanco que se levanta en la cara este del anfiteatro conmemorativo y que constituye el monumento inicial y más destacado de la tumba al soldado desconocido.

En la cara oeste han sido esculpidas 3 figuras que simbolizan la victoria alcanzando la paz a través del valor.

Pero aquel no parecía guardar relación con mi clave.

Lentamente, como un turista más, bordé el cordón que cierra la reducida esplanada rectangular y fui a sentarme frente a la cara posterior de la tumba central en las escalinatas de un pequeño anfiteatro.

Exhausto, repasé cuanto había anotado.

Frente a mí, a 5 metros de las tumbas, un soldado de infantería del primer batallón de la vieja guardia con sede en Fort Myer paseaba arriba y abajo, fusil al hombro, luciendo el oscuro uniforme de gala.

Aunque la cadena de seguridad me separaba unos 10 metros de esta parte de la tumba, la leyenda grabada en el mármol podría leerse con comodidad.

Aquí reposa gloriosamente un soldado de los Estados Unidos que solo Dios conoce.

¿Estará ahí la clave? Me pregunté con nerviosismo.

Hace muy poco alguien me preguntaba sobre Juan José Benítez, uno de los que es considerado pionero en el mundo del misterio, con quien incluso hace poquito he tenido una agradabilísima conversación, en Huelva coincidimos, charlamos sobre ciertos asuntos que en ambos casos nos interesaban.

El caso es que Juanjo marcó un antes y un después con su trabajo literario más reconocido, irado, también criticado, como fue Caballo de Troya.

Libro que, hombre, quizás a los más jóvenes no les suene, y es una pena, pero un libro que contaba algo totalmente alucinante.

El aparente testimonio, la prueba real de que existió una misión secreta donde una serie de personas vinculadas con el ámbito militar norteamericano conseguían hacer algo alucinante, que no era otra cosa sino poder viajar en el tiempo.

En este caso para poder conocer la figura de uno de los personajes más misteriosos y al mismo tiempo más influyentes que jamás hayan existido, como fue Jesús de Nazaret, aunque hay, como seguramente sabéis, detractores que dicen que no fue un personaje real, pero bueno, ese es otro asunto.

El caso es que Juanjo en ese libro hablaba de dos soldados, uno de ellos, el mayor, también identificado como Hasón, y el otro, Eliseo, quienes participarían en un proyecto ultra secreto que utilizaría tecnología para viajar al pasado, específicamente a la Palestina del siglo I.

Como digo, durante la vida de Jesús de Nazaret.

Y a través de un diario detallado, el narrador, Hasón, en este caso, relata sus experiencias, observaciones y reflexiones sobre los eventos históricos y religiosos que dice ver en esa época.

Una información confidencial que aparentemente le habría llegado a Juan José Benítez a través, como digo, de ese personaje, conocido como el mayor, ya que Juanjo siempre ha defendido que toda esta historia ha sido cierta.

Aquella misión secreta llevaría el nombre en clave de Caballo de Troya.