Personajes indispensables de la Historia de España: "Miguel Servet". Raúl-Fernando Gómez 2t4e2

Dijo Camilo José Sela en una ocasión, hay dos clases de hombres, quienes hacen la historia y quienes la padecen.

Estás en territorio de Senderos de la Historia, bienvenidos a un nuevo programa de personajes indispensables de la historia de España, en el que hoy os hablaré de Miguel Servet.

Creo que seguramente os interesará lo que os voy a contar a continuación, así que os recomiendo que os abrochéis bien los cinturones, os acomodéis en vuestros asientos y disfrutéis de este nuevo espacio audio en donde os intentaré explicar de la mejor manera el tema propuesto para hoy.

Adelante.

Miguel Servet es uno de las grandes figuras intelectuales del Renacimiento Europeo.

Sus polémicas teológicas se plantearon en el preciso momento en que los reformistas exigían una renovación.

Su concepción religiosa fue considerada herejía por católicos y reformadores.

Para la historia, Miguel Servet ha permanecido como prodigioso fisiólogo y médico, dando a conocer los procesos de la circulación sanguínea pulmonar.

Aquí comienza Senderos de la Historia, un programa presentado y dirigido por Raúl Fernando Gómez.

Miguel Servet parece reunir en su persona buena parte de las características que configuran al hombre renacentista.

Ocupado de una parte en los análisis más agudos de la teología, justamente cuando el catolicismo se sometía a profunda revisión.

También se empleó con decisión en los estudios científicos, practicó con fruición el arte de la correspondencia erudita, dedicó buena parte de su vida a la publicación y corrección de libros y finalmente no pudo evitar los casi imprescindibles procesos inquisitoriales.

Nuestro personaje de hoy nace en 1511.

Miguel Servet era el último eslabón de una familia en la que abundaban clérigos y gentes de leyes.

Su padre había sido notario en la localidad leridana de Vilanova de Sichena o Sigena.

Al parecer, el joven Miguel destacó muy pronto por su viveza e inteligencia y aprendió latín, hebreo y griego, imprescindibles en cualquier hombre culto del Renacimiento.

No descuidó otras disciplinas clásicas como las matemáticas, la historia o la geografía.

Pasó a Francia en el año 1528, donde cursaría leyes en la Universidad de Toulouse.

Se da por seguro que fue allí donde Servet leyó una Biblia no expurgada firmada por un judío y en esta lectura se tiene por un punto de inflexión en su vida.

Los libros y las amistades reformistas hicieron su trabajo y Miguel Servet comenzó entonces su carrera como teólogo libre, lo cual le ha valido para la historia el título común de famoso heresí arca.

Por aquellos años era secretario de Franjuan de Quintana, que ejerció más tarde como confesor del emperador Carlos V.

Servet pasó a integrar el séquito del César y siguió sus pasos por Italia y Alemania, donde definitivamente entró en o con la teología reformista más hacendrada.

Sin embargo, ni siquiera los renovadores de las doctrinas cristianas iban tan allá como el joven español.

Los famosos reformadores Ecolampadio, Johannes Austrin y Uriccio Sibiglio se asombraron ante la audacia intelectual del español y lo repudiaron, acusándolo de musulmán, judío, blasfemo, endemoniado, hereje, impenitente y merecedor de todos los castigos del infierno.

Aquella primera disputa con los reformadores se resolvió en la publicación del libro de Trinitatis Erroribus en 1531, donde se plantea la divinidad de Cristo y niega los fundamentos de la doctrina trinitaria.

Nadie había llegado tan lejos.

Otro libro publicado al año siguiente insistía en los mismos términos, lo cual propició la persecución de los textos en Ratisbona y en otros lugares al tiempo que ponía en peligro la libertad del filósofo.

Ni los reformados ni los católicos podían itir sus presupuestos.

En términos generales, Servet presentaba un programa teológico de carácter panteísta y místico.

Suponía que, al menos en parte, se podía conciliar la doctrina cristiana y el panteísmo, y se basaba en la recuperación de los autores platónicos y neoplatónicos, así como en textos mistéricos antiguos como los atribuidos a Soroastro o Hermes Trimigesto.