Conflictos Armados 4z2t2l

Las emboscadas pueden proporcionar una ventaja aplastante en el combate. En ellas han jugado un papel revolucionario las armas que no se detectan hasta que infligen el daño. Los abrojos convirtieron en intransitables los campos de batalla para las caballerías. Ser capaz de cargar y disparar un fusil estando tumbado influyó notablemente en el curso de las guerras. Y la minas terrestres acababan con la poca moral que conservaban los soldados.

La guerra en el mar ha planteado retos excepcionales a lo largo de la Historia. El experto Stephen Bull prueba las armas de este tipo más relevantes. El fuego griego era una sustancia misteriosa que mantuvo Constantinopla a salvo durante más de 800 años. Una réplica de cañón de barco fabricada ex profeso permitirá demostrar su fuerza estruendosa. Y comprobaremos que una de las máquinas de guerra acuática más devastadoras es el torpedo.

Una serie de nuevas armas de poder devastador trasformaron las guerras del siglo XX. Expertos internacionales prueban los efectos de las tres más destructivas. En la era de la ametralladora, un regimiento entero podía ser asesinado en cuestión de segundos. La granada de mano es un arma potentísima y puede llevarse fácilmente en una mochila. Y por último el tanque, la máquina de guerra más poderosa que se ha inventado.

La rapidez ha jugado un papel decisivo en el arte de la guerra a lo largo de la Historia. Mediante espectaculares experimentos desarrollados por expertos internacionales conoceremos las armas a las que la velocidad ha convertido en únicas. El carro introdujo agilidad en las batallas del mundo antiguo. Los revólveres de Samuel Colt marcaron el comienzo de una nueva era. Y, si hay un arma considerada el símbolo de la guerra asimétrica, esa es la honda.

Las armas diseñadas para que cualquiera pueda utilizarlas son una ventaja decisiva en la guerra. Expertos internacionales en la materia prueban las tres más relevantes que pueden aprender a manejarse con rapidez. La ballesta transformó a los campesinos en guerreros y en amenazas para los caballeros. La pica es fácil de usar, pero requiere valentía. Y el Kalashnikov, debido a su curiosa simplicidad, está considerado una de las armas más mortíferas de jamás han existido.

La lucha cuerpo a cuerpo es probablemente la forma de combate más auténtica. A lo largo de la Historia, los ejércitos han desarrollado armas cada vez más eficaces en el enfrentamiento hombre a hombre. Mediante pruebas sorprendentes, expertos en la materia medirán el impacto físico y psicológico de las tres armas más significativas en este tipo de pelea: por un lado, la espada corta romana y el martillo de guerra medieval, destinados a provocar el mayor daño posible, y, por otro, la bayoneta, cuyo poderío residía en su efecto disuasorio.

La guerra alcanza una nueva dimensión con la introducción del ataque aéreo. Una serie de espectaculares ensayos revela los secretos de armas que han resultado cruciales para llevar el combate a los cielos. En la antigüedad, los arqueros asediaban con devastadoras flechas incendiarias. Mucho antes de que se inventara el aeroplano, en la Edad Media, ya había líderes militares que diseñaban cohetes. Y, desde la I Guerra Mundial, los bombardeos se han convertido en la táctica bélica más extendida y también la más perversa.

Las armas de largo alcance garantizan a los guerreros una probabilidad de supervivencia mucho mayor. Expertos internacionales nos muestran mediante experimentos cuáles de estas armas son las más relevantes de la Historia. La lanza romana, con su diseño ingenioso, deshabilitaba al enemigo de forma eficaz. El arco largo inglés convirtió a Inglaterra en una de las superpotencias medievales más temidas. Y la facilidad de uso de la bala Minié contribuyó a que las batallas fueran aun más sangrientas.

En 1703, un joven príncipe samurái, Asano Naganori, pierde los estribos y ataca a un alto funcionario, el señor Kira. Se trata de delito muy grave y, en cuestión de horas, el sogún ordena a Asano suicidarse por el método tradicional de los samuráis, el haraquiri, o corte del vientre. Con la muerte de Asano, sus seguidores samuráis pierden su estatus. Se convierten en ronin, o samuráis sin amo, el escalafón más bajo. En la sociedad japonesa esto es una gran humillación, así que nombran a un antiguo empleado de Asano, Oishi, como su líder y juran venganza contra Kira. Esta es la increíble historia de cómo los seguidores de Asano, los 47 ronin, se enfrentaron a la capital de Japón y organizaron la operación clandestina perfecta.

En 1562, Japón está inmerso en una guerra civil. Tokugawa leyasu, un joven caudillo, contrata a Hattori Hanzo, un ninja de la región montañosa de Iga que lo ayuda a liberar a sus hijas, secuestradas en un castillo. Diecisiete años más tarde, los ninja se enfrentan a un ejército gigantesco dirigido por un jefe supremo cruel, Oda Nobunaga.

Los koa hawaianos eran soldados de élite en una tierra dominada por la guerra. Durante siglos, los grandes jefes de las cinco principales islas del archipiélago, Kauái, Oahu, Molokái, Maui y la propia Hawái, lucharon para dominar a sus vecinos. La punta de lanza de sus ejércitos era la tropa de guerreros koa. Los koa eran grandes maestros de un arte marcial letal llamado lua. Se entrenaban sin descanso para romperle todos los huesos al enemigo. El nombre de los guerreros procedía de un árbol de madera muy resistente a partir de la cual fabricaban muchas de sus armas, puesto que en Hawái no había hierro. Pero estas unidades especiales de la Edad de Piedra se toparían inevitablemente con las potentes armas de fuego del mundo industrializado.

Los guerreros águila eran las tropas de élite de los aztecas, pueblo que dominó Centroamérica del siglo XIV al XVI. Estos soldados estaban entrenados no para matar a sus enemigos, sino para capturarlos. Los aztecas necesitaban cautivos para sacrificarlos ante sus dioses. Creían que estos habían entregado su sangre para crear a la humanidad y, a cambio, debían ser recompensados también con sangre; si no, el sol no saldría y el mundo se acabaría. Un soldado se convertía en guerrero águila si capturaba un gran número de soldados enemigos: cuantos más apresara, mayor rango conseguía. Los mejores pasaban a ser de la élite azteca.

Son vikingos que servían a un emperador extranjero; seis mil guerreros temibles con un único objetivo: hacerse ricos. Procedentes de las frías y duras tierras de Escandinavia, ellos y sus antepasados viajaban hacia el este, a las actuales Rusia y Ucrania, y luego hacia el sur, por las vías fluviales, hasta llegar al Estado más grande, rico y mejor organizado de Europa, el Imperio bizantino. Allí entraban a formar parte de la Guardia Varega, que inicialmente ayudaba al emperador Basilio II a sofocar rebeliones internas y, posteriormente, se convirtió en la seguridad personal del mandatario, un cuerpo de policía secreta y tropa de choque que, hacha en mano, era terriblemente efectiva en el campo de batalla. Sus numerosas victorias ayudaron a Basilio II a expandir el imperio y a aumentar su influencia a lo largo y ancho del planeta.

Se dice que los vikingos berserker ingerían una potente mezcla de setas alucinógenas y alcohol que los transformaba en animales salvajes. Como fanáticos paganos y esclavos del gran dios normando Odin, la oportunidad de morir en la guerra les complacía plenamente. Al igual que los yihadistas del siglo XXI, el berserker creía que entregando la vida en el campo de batalla tenía garantizadas la gloria suprema y recompensas en el Valhalla, paraíso de ultratumba para los guerreros. Armados con largas hachas y espadas de doble filo, su fanatismo los convirtió en una visión aterradora para sus enemigos. Ninguna historia ilustra mejor el espíritu de los vikingos berserker que la batalla de Stamford Bridge en 1066. La extraordinaria actuación de un guerrero gigante frente al gran ejército anglosajón del rey Harold Godwinson les ha proporcionado un lugar en la Historia como la más formidable de todas las unidades especiales de la antigüedad.

Fueron la unidad de élite de la antigua Alemania, un cuerpo extremista de soldados entrenados para luchar por la noche. Orgullosos e independientes, los conocidos como guerreros fantasma aprovechaban la oscuridad para sembrar el pánico entre sus enemigos. En el siglo I d. C., plantaron cara al poderío del Imperio romano y el resultado sigue resonando a través de la Historia. Formaban parte de un ejército liderado por un jefe tribal llamado Arminio, que se había educado en Roma y había aprendido cómo desenvolverse en el imperio. Además, se había entrenado con el Ejército imperial y ahora comandaba unas tropas de reserva romanas. Era considerado, por tanto, un amigo y aliado de Roma. Pero Arminio había sido testigo de la naturaleza brutal y represiva del imperio, y ahora que este se preparaba para colonizar su tierra de origen, Germania, el joven decidió conspirar contra Roma.

Los sicarios, legendarios asesinos, operaron durante el auge de la ocupación romana de Tierra Santa en el siglo I d. C. Su objetivo declarado era la liberación de Judea y la unificación del país bajo un liderazgo religioso fanático. El arma elegida por los sicarios fue la sica, una daga curva fácil de esconder entre la ropa. Se mezclaban con la multitud en las calles estrechas de Jerusalén en busca de enemigos, ya fuesen romanos o colaboradores de estos, entonces los apuñalaban y desaparecían de nuevo entre la muchedumbre.

En el verano de 480 a. C, el emperador persa encabezó un gran ejército para invadir Grecia. Los helenos, temerosos, recurrieron a Esparta, la única ciudad-estado en pie de guerra permanente y que disponía además de una unidad de luchadores de élite, los trescientos espartanos. Con el rey Leónidas al frente, la misión era detener el avance persa hasta que los otros estados griegos pudieran reunir una fuerza de defensa.

En el siglo XI, Persia (hoy Irán) estaba desgarrada por el conflicto multisecular entre musulmanes chiíes y suníes. Hassan Ibn Sabbah, líder de los ismaelitas, una diminuta comunidad chií, necesitaba un plan de supervivencia. La solución fue el asesinato político, dirigido al escalafón más alto de entre sus enemigos. En Siria, Sinan, el gran maestro de los asesinos, se enfrentó tanto a musulmanes como a cristianos y utilizó la guerra psicológica para plantar cara al caudillo suní, el poderoso Saladino. Pronto, incluso este último temió por su vida y accedió a negociar. El siguiente objetivo de Sinan fue un líder emergente de los cruzados, Conrado de Monferrato, cuya muerte afianzó la reputación de los asesinos. Fueron las fuerzas especiales más letales de la Edad Media.

The Bosnian War was an extraordinarily complex event with many layers of military involvement including NATO forces, national militaries, irregular paramilitary forces, mujahedeen revolutionaries, private security companies, and international intelligence personnel. One tactic in particular struck fear into the hearts of military and civilians alike: the use of snipers positioned in high buildings. Investigate this specific combat technique and how it was countered by opposing forces. Travel inside a "Sniper's Den" to understand how this tactic was so successfully used by rebel forces, and explore how traditional military techniques evolved to combat it

Ten years ago, thousands of US and Coalition forces personnel, ranging from elite soldiers to reservists, found themselves in the middle of two conflicts that required an entirely different approach to warfare than they had previously experienced. Learn how Special Forces were integrated into regular units fighting through many close quarter combat situations with a combination of intelligence, high-tech weaponry, and surveillance technologies to find and capture Saddam Hussein.