
POR QUE LOS MALOS CONSIGUEN LO QUE QUIEREN? 5m1v34
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Jacobo Grinberg tenía una teoría que nadie quiere escuchar, porque cambia por completo todo lo que nos enseñaron sobre la moral, el deseo y el poder interior. Y hoy te la voy a contar. Nos enseñaron que ser bueno es obedecer, callar, cuidar, servir, no molestar, no pedir. Nos hicieron creer que si te portas bien, si eres humilde, si no incomodas a nadie, la vida te va a recompensar. Pero esa promesa nunca llegó. Y no es tu culpa. Es que la bondad que nos enseñaron no es luz: es sumisión disfrazada. Es una estrategia de control. 3ci2a
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Seguro que alguna vez habrás visto a una persona que parece hacerlo todo mal, pero todo le sale bien. No se limita, no pide permiso, no le importa caer bien, sin embargo, tiene más éxito, más seguridad, más abundancia. Y parece que el universo le responde antes que a nadie. Mientras tú haces todo bien, te esfuerzas, das sin pedir nada a cambio, aguantas por amor, por respeto, por educación, y el universo parece estar sordo. ¿Por qué? ¿Por qué los que se saltan las reglas manifiestan todo lo que quieren, mientras tú sigues esperando? Jacobo Greenberg tenía una teoría que nadie quiere escuchar, porque cambia por completo todo lo que nos enseñaron sobre la moral, el deseo y el poder interior.
Y hoy te la voy a contar. Nos enseñaron que ser bueno es obedecer, callar, cuidar, servir, no molestar, no pedir. Nos hicieron creer que si te portas bien, si eres humilde, si no incomodas a nadie, la vida te va a recompensar. Pero esa promesa nunca llegó. Y no es tu culpa. Es que la bondad que nos enseñaron no es luz, es sumisión disfrazada. Es una estrategia de control.
Ser bueno, como nos lo vendieron, es básicamente convertirte en un ser apagado, domesticado, condicionado para pedir perdón por existir. Y lo más fuerte es esto, el universo no escucha tu obediencia. No le importa si hiciste todo por amor, no le importa si fuiste correcto, no le importa si te sacrificaste. ¿Sabes qué sí escucha? Tu energía. Tu frecuencia. Tu nivel de coherencia interna. La mayoría de las personas no manifiestan lo que desean porque, aunque sus palabras digan yo quiero abundancia, su energía está gritando no la merezco.
Puedes repetir afirmaciones todo el día, puedes rezar, visualizar, prender velas y llenar tu cuarto de decretos pegados en la pared. Pero si por dentro estás lleno de miedo, de duda, de culpa o de una sensación profunda de no merecer, lo que estás proyectando no es deseo, es carencia. Porque el universo no responde a tus intenciones aparentes. No responde a tus buenos modales. No responde a tu moral social aprendida. El universo responde a lo que vibra desde lo más profundo de tu campo energético. Y esa vibración no se puede fingir. Cuando vibras en miedo, el universo no te castiga.
Simplemente te refleja, como un espejo, como un eco. Y por eso la mayoría se siente atrapada en un ciclo infinito, donde pide cosas nuevas, pero siempre recibe lo mismo.
Siguen usando palabras de abundancia desde una emoción de escasez. Sueñan en grande, pero se sienten pequeños. Quieren libertad, pero siguen obediendo un guión que los traiciona todos los días. Ahora imagina algo diferente. Imagina a una persona que no se rige por las reglas del condicionamiento social. No es que sea mala, es que se ha cansado de mentirse. No actúa desde el deber, sino desde el poder. No espera aprobación, porque ya se dio permiso a sí misma. Esa persona no se pregunta si está bien querer lo que quiere. Lo desea. Lo siente.
Lo reconoce. Y en lugar de pedir disculpas por su deseo, lo honra, lo bendice, lo convierte en decreto. Esto es lo que quiero. Esto es lo que merezco. Y no necesito justificarlo. Y entonces, su energía cambia. Ya no está dividida. Ya no se contradice. Porque cuando el deseo, el pensamiento y la emoción están alineados, se produce lo que los místicos llaman coherencia vibratoria. Y esa coherencia es magnética. El universo no se siente obligado a darle lo que pide. Simplemente se lo da, porque no hay nada en su frecuencia que lo bloquee. No hay duda.
No hay contradicción. No hay sabotaje. Solo claridad. Solo deseo.
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