Ramón Freixa 581143

No podía ser de otra manera y es que quería que fuera alguien que empezara conmigo este proyecto que tanta ilusión me hace. Un amante de la moda, un hombre con estilo propio, generoso, divertido, amigo de sus amigos. Le conocí en un evento y desde entonces fue flechazo por él, lo adoro. Dos estrellas Michelin y una personalidad que desborda arte por los cuatro costados. Hoy muero de amor de compartir un viernes conmigo con Ramón Freisa. ¿Qué tal, Ramón? Muchas gracias. Gracias a ti. Si tú me dices viernes conmigo, yo lo dejo todo. Con lo cual es un gustazo. Es un gustazo. Sí, sí, sí. A ver. Ay, qué bien, qué bien.

El primer podcast de viernes conmigo. Y me encanta poder inaugurarlo contigo porque sabes que te quiero muchísimo, que eres una de mis personas favoritas, eres divertido y creo que nos lo vamos a pasar súper bien. Pues al ataque. Venga. ¿Quién es Ramón? Pero no el Ramón súper mega chef, sino el Ramón más parecido al pequeñajo este que corría por la panadería lleno de harina.

Pues mira, Ramón, aunque no te lo creas, que ahora no lo es, era, era, era, vamos a empezar, ¿cómo era Ramón? Ramón era un niño tímido, era ese niño. Te creo. Sí, sí, sí. Rarito, rarito porque a mí no me llevaban ni al fútbol ni a esquiar, me llevaban a comer a restaurantes gastronómicos desde muy pequeño. Entonces eso no molaba. Molaba que tus papis te llevasen a Vaqueira o a Andorra o a ver el Barça.

Entonces, claro, no, no molaba. Y yo quería ser cantante de pequeño y me di. Y vale, y me di cuenta a una edad pronta de que eso no tendría yo, yo éxito, porque no sé cantar y no tengo ni ritmo ni talento. Y ya me gustaba la cocina y pero sí, seguía siendo tímido.

Y una vez mi madre me dijo, mira Ramón, en esta vida solo hay que tener vergüenza, si has hecho algo mal hecho. Y eso yo creo que fue el impas de que cambió. Y dices, pues bueno, no quiere decir que seas un desvergonzado, pero sí que lo que eres, eres un poco esa parte de corazón y de sentimiento. Y a partir de ahí, pues quién es Ramón. Ramón es amigo de sus amigos. Ramón le encanta hacer feliz a la gente que está a su alrededor, porque yo creo que si la gente que está contigo es feliz, tú serás más feliz aún.

Entonces, aparte a lo mejor de egoísmo, pero que sí que yo creo que creo en la felicidad y creo en la felicidad a nivel personal, pero también a nivel laboral. O sea, yo siempre digo que cocino para hacer feliz a la demás gente. Como tu libro. Como mi último libro, sí, sí, sí. Que yo siempre digo que tu libro es lo que eres tú. Bueno, los libros van evolucionando. El otro día estaba mirando mi primer libro y viendo el último de Cocinar Felicidad, pues vas madurando, porque siempre con la edad se madura, no se envejece.

Es que ir a tu restaurante es ser feliz, porque yo cuando voy, vamos, me encanta. Bueno, al final es lo que buscamos, ¿no? Escuchar, escuchar al cliente, o sea, saber lo que te gusta, saber lo que no te gusta, o sea, saber con quién vienes, saber lo que quieres beber. O sea, que al final es ese momento de experiencia. Empiezas en la cocina de la mano de tu padre, porque tú vienes de una familia de restauradores, pero ¿en qué momento Ramón decide hacer de la cocina algo tan artístico? Porque para mí tú no cocinas, para mí es como que haces pret-a-porter de la cocina.

Bueno, al final, yo siempre digo, vengo de una base clásica, que es la cocina de mi padre. Yo, siempre digo, he tenido la gran suerte de que siempre he estado en el mundo michelin, porque mi padre tuvo el restaurante y al poco tiempo de abrir ya le dieron la primera estrella. Yo cuando hubo el reloj nacional la mantuve. Al venir a Madrid también todo fue muy rápido.