Reflexión de la Noche del 25 de Mayo del 2025. 684v50

Hola. Dios te bendiga, buena noche. Una vez más yo aquí. Si tú quieres, mientras caminamos, es un bosque precioso. Mientras caminamos podemos hacer una reflexión así, espontánea.

Que venga el Espíritu Santo. Santo Espíritu de Dios, necesitamos de ti. Llamamos tu presencia, tu ayuda, sabiduría, porque nosotros solos no podemos. Necesitamos tu auxilio. De manera especial yo te pido para que lo que salga de mis labios sea también del corazón, inspirado por el Espíritu Santo. Mientras caminaba, empezó a llover. Mientras caminaba estaba pensando en la paz.

El Señor dice que nos da una paz que el mundo no nos puede quitar porque el mundo no la conoce.

Recibimos una paz que sobrepasa todo entendimiento. Sobrepasa todo entendimiento. Paz, felicidad, realización, libertad. Expresiones que se trabajan tanto y que muchas veces se mienten tanto al respecto de ellas. Tanto, tanto. Y que nos ofrecen, se abren puertas en todos los locales de los centros comerciales ofreciendo eso, libertad, felicidad, paz. El Señor dice que Él es la puerta, que Él es el camino, la verdad y la vida, que Él ofrece una paz, una alegría que sobrepasa todo entendimiento.

Y entonces nosotros, muchos, vamos por un lado y por otro, entrando por esas puertecillas, por esas puertezuelas, creyendo que realmente recibiremos aquella paz que nuestro corazón anhela. Y muchas veces nos damos cuenta que no era por ahí. Que buscábamos alegría, gozo, felicidad, libertad y realmente no era. Que al contrario, hemos encontrado más tormento, más angustia, más sufrimiento, más desdicha.

Bueno, ahí habrá tantas cosas que decir al respecto, pero creo que ya lo he mencionado.

Si nuestra paz, nuestra felicidad, nuestra alegría está puesta en aquello que se muere, en aquello que termina, pues obviamente cuando aquello que termine, se termine, pues también se terminará la paz, la alegría, el anhelo que había en nuestro corazón. Durará tanto cuanto dure aquello en que hemos puesto nuestro corazón. Como es que dice Santa Laura Montoya, todo llega y todo pasa, yo me quedo con aquel que nunca pasa.

Todo llega y todo pasa, yo me quedo con el que no pasa. Si ponemos nuestra esperanza, nuestro corazón en lo que pasa, pasará también nuestra alegría y nuestra esperanza. Entonces como es esa alegría que sobrepasa todo entendimiento, es que también el Señor dice, es aquella que el mundo no me puede quitar porque el mundo no me la da. El mundo no me la quita porque no me la da.

Siendo así, pueden llegar muchas frustraciones o motivos de frustración. Pueden llegar muchas situaciones difíciles en nuestra vida y la paz puede continuar. Se nos acude el mundo, habrá, no sé qué, incluso hasta muerte de seres amados, decepción, tristeza, pero en el fondo habrá esa paz. Porque sabemos que Dios está en control, que si él está conmigo, nada, nadie podrá estar en mi contra, que todo es pasajero, que todo llega y todo pasa.

Mi fuerza, que él es quien me sostiene, a él no lo pudo sostener la tumba y está vacía. Y si a él yo me aferro, entonces nada y nadie podrá estar en mi contra. Por eso entonces será una alegría, una paz, una felicidad que sobrepasa todo entendimiento. ¿Por qué? Porque la gente dirá, pero con lo que te ha pasado no entiendo cómo es que todavía...