Reflexiones del Evangelio | Jn 16,29-33 - 2 de junio de 2025 35p3n

El lunes de la última semana de Pascua, el evangelio que toque es el de Juan 16, 29 al 33.

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús, Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones.

Ahora vemos que lo sabes todo y que no necesitas que te pregunten.

Por ello creemos que saliste de Dios.

Les contestó Jesús, Ahora creen.

Pues miren, está por llegar la hora.

Mejor, ya ha llegado en que se dispersarán cada cual por su lado y a mí me dejarán solo.

Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre.

Les he hablado de esto para que encuentren la paz en mí.

En el mundo tendrán luchas, pero tengan valor.

Yo he vencido al mundo.

Con el relato de hoy concluimos el largo discurso de despedida que Jesús pronunció durante su última cena y que ha tomado tres capítulos del evangelio de Juan.

Pero antes de su pasión, queda todavía un capítulo final, el 17.

Este último capítulo ya no será un diálogo con los suyos, sino una oración a su Padre.

Esta oración la reflexionaremos en los próximos días y nos servirá de conclusión a todo este tiempo en el que hemos venido celebrando la resurrección del Señor.

Pero hoy, la enseñanza es acerca de qué tanto creemos en Él.

E inicia con una afirmación de sus discípulos.

Ahora sí que hablas claro y sin parábolas.

En realidad, Jesús no ha cambiado su manera de enseñar.

En todo su discurso final, Jesús ha venido hablando claro y sin parábolas.

Lo que hace el evangelista es retomar lo dicho por Jesús un poco antes en el verso 25 que dice Les he dicho todo esto en parábolas, pero ahora se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que con toda claridad les hablaré acerca del Padre.

Bueno, pues el evangelista nos quiere decir que a pesar de que ellos dicen que ahora Jesús habla claro, en realidad siguen sin entender lo que enseña.

Con frecuencia, Juan evangelista los presenta a los discípulos entendiendo a medias y a veces entendiendo algo distinto a lo que Jesús ha querido decir.

Pero ellos afirman haber entendido diciendo, Ahora conocemos que lo sabes todo y que no necesitas que te pregunte.

Y efectivamente, Jesús ha venido respondiendo a todas sus preguntas.

Pero en realidad el problema no es de Jesús.

El problema es de ellos.

Son ellos quienes andan sumergidos en dudas y son ellos quienes necesitan respuestas a sus preguntas.

Sin embargo, alegremente afirman, Creemos que tú has salido de Dios.

Da la impresión de que aquí los discípulos repiten de memoria y sin pensar la lección aprendida.

Pues a lo largo de sus últimas enseñanzas Jesús les ha venido diciendo que quien lo vea a él, vea al Padre.

Que él y el Padre son uno.

Que él ha venido del Padre y vuelve al Padre.

Y parece que esta insistencia de Jesús ha llegado a agravar en sus memorias lo aprendido.

Por eso dicen, Sí, efectivamente creemos que tú has salido de Dios.

Pero, ¿se dan cuenta de lo que están diciendo? ¿En realidad creen que has salido de Dios? Parece que Jesús tenía sus dudas y por eso les contestó.

¿Con que ahora creen? ¿En verdad han entendido lo que afirman o solo repiten lo que les he dicho? ¿Han procesado con su inteligencia lo que les he venido enseñando y lo han asimilado en lo profundo de sus corazones? ¿O solo lo dicen de memoria? Más bien parece que tienen ojos y no quieren ver.

Oídos y no quieren oír.

Pues si realmente creyesen que Jesús ha salido de Dios, no se puede entender por qué, cuando lo tomaron prisionero, lo abandonaron.

Bueno, pues esto que les pasó a los discípulos nos pasa hoy a muchos de los que nos llamamos cristianos.

Parece que no tomamos en serio las palabras del Señor.

Y a pesar de tener los evangelios a mano, en realidad no llegamos a entender sus enseñanzas.

Leemos los textos, los oramos, los meditamos, pero parece que somos impermeables, no nos tocan el corazón, ni reaccionamos ni nos cambian la vida.

Sin embargo, decimos que creemos y afirmamos que somos sus seguidores.

Tal vez nuestro pobre entendimiento se deba a que vivimos tan distraídos con las cosas de este mundo que inconscientemente nos resistimos a asumir sus enseñanzas.

Pues tenemos temor a perder lo que tenemos y queremos.

Y me refiero a frases de Jesús en la Biblia.