Sobre el World Happiness Report 2025 4h1j6v

Esta mañana he estado geando un estudio llamado el World Happiness Report 2025 y he encontrado cosas no tan sorprendentes pero muy interesantes. Los países con mayores niveles de bienestar no son necesariamente los más ricos, no son los más desarrollados, no son ni siquiera los que tienen unas mejores condiciones de vida de manera objetiva.

Los países más felices son aquellos donde sus habitantes han aprendido a valorar las pequeñas cosas, son también aquellos donde hay más sensación de comunidad, son también aquellos donde se vive más despacio, donde se cultiva la presencia, el estar presente y me ha parecido curioso porque mientras tanto aquí en el primer mundo los titulares hablan de crisis, de inflación, de guerras, de apagones, de colapsos económicos y creo que este informe nos recuerda una cosa muy importante y es que la felicidad sigue estando en otro sitio, que no, que no está fuera, que no está en lo que tienes o dejas de tener, que no está en lo que consigues, que no está en lo que aparentas, que la felicidad está dentro, la llevamos dentro.

Pero claro, esto va un poco a contracorriente, esto choca con muchas de las cosas que nos han enseñado y por eso creo que conviene pararse un momento y recordar algunas cosas que son esenciales y que son fundamentales.

Lo primero es que la felicidad no es algo que se consigue, no es ni un trofeo, ni un destino, ni un premio que ganan las personas que se portan bien o las personas que lo hacen todo perfecto, no es así, la felicidad es nuestro estado natural, es como el cielo azul, siempre está ahí, el cielo siempre es azul aunque hay veces que está cubierto de nubes, pero encima de esas nubes está el cielo azul siempre. En esta metáfora, ¿qué son esas nubes? Pues para nosotros, para los seres humanos, esas nubes en nuestro cielo que debería ser azul son las expectativas, son las comparaciones y esa idea que nos han metido en la cabeza de que si conseguimos esto o lo otro, entonces sí, entonces seremos felices.

Y ya te digo yo que no, que esto, por suerte o por desgracia, no funciona así.

Si hubiera una fórmula que resumiera lo que es la felicidad sería esta, felicidad es igual a tu percepción de lo que ocurre menos las expectativas que tenías sobre lo que debería haber ocurrido.

Parece una fórmula matemática y no creo en que sea una fórmula matemática, pero es lo que más se le parece. Piénsalo, si esperas que tu día sea perfecto y no lo es, te frustras. En cambio, si esperas que haya dificultades y luego todo va mejor de lo que tú pensabas, entonces habrás tenido un buen día, te alegras, estarás más feliz. Así que no es el día lo que cambia, eres tú. La clave no está en lo que te pasa, sino en cómo interpretas esas cosas que te pasan, en cómo comparas la realidad con lo que creías que debía haber pasado.

Y ¿sabes qué? Que nacemos con ese estado de felicidad, todos. Los niños pequeños, si no tienen hambre, si no tienen frío, si no les duele nada, están contentos, es su estado natural. Por eso se ríen con cualquier cosa, por eso no necesitan ni méritos, ni logros, ni dinero, ni redes sociales para estar bien.

Pero a medida que vamos creciendo, el mundo nos va llenando de ideas. Tienes que ser alguien importante, tienes que conseguir cosas, tienes que destacar entre los demás porque todo es muy complicado y muy competitivo, y sin darnos cuenta dejamos de ser, dejamos de disfrutar.

La felicidad deja de ser nuestro punto de partida en ese momento y entonces se convierte en una meta que muchas veces es inalcanzable. ¿Y qué pasa? Pues que eso cansa, nos cansa y mucho, muchísimo. Entonces, ¿qué hacemos? Pues deberíamos dejar de buscar la felicidad como locos y empezar a limpiarnos, a limpiarnos como si quitáramos capas de polvo que no nos dejan ver aquello que siempre estuvo ahí. Limpiar esas nubes que todos tenemos.

Porque la felicidad no es algo que te vayas a encontrar, es algo que puedes recuperar. Y lo puedes recuperar empezando a gestionar mejor lo que piensas, ajustando tus expectativas y mirando la vida con más claridad, con unos ojos nuevos. Normalmente siempre hay dos grandes bloqueos que nos impiden hacer esto. Por un lado, las creencias y por otro lado, las cosas que no nos permiten hacer.