
Descripción de 316- Me llamo Soojin 6a1n5w
Una clienta desde Seúl. Ocho cajas enviadas en un año. Todas con destino a la misma zona de España. Lo que parecía un simple patrón de pedidos, escondía una historia íntima, inesperada y preciosa. Esta semana te cuento qué hay detrás de esos regalos y por qué algunas amistades no entienden de tiempo ni distancia. 4we6x
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Hay historias que empiezan con una caja y otras que llevan 50 años dentro de una.
Esta historia empezó cuando, revisando un pedido, me indicaba que se habían hecho 8 iguales en los últimos 12 meses.
Todas las cajitas encargadas desde Seúl.
Y todas enviadas a la misma zona de España.
A principio pensé que había algún error informático en los datos o algo así, pero era mucho mejor que eso.
Te cuento lo que averigué cuando me decidí a preguntar después de presentarme por si aún no me conoces.
Soy Ingrid y este podcast es Alimentando Historias, donde vas a encontrarte con las historias más bonitas, entrañables o divertidas que les pasan a nuestros clientes, y de vez en cuando también a nosotros, en nuestra tiendecita gourmet Original Taste & Co., el lugar al que llegas buscando un regalo que hacer y de donde sales con una experiencia súper personalizada en forma de regalo.
La verdad es que ver 8 pedidos desde Corea del Sur, como poco, te genera curiosidad.
Y al revisarlos, vi que todos tenían dedicatorias muy similares y que compartían parte del mensaje.
Todas incluían un «gracias por ser hogar incluso cuando no estoy».
Además, todas con destino en pueblos y ciudades muy cercanas entre sí, en España.
Así que, como la curiosidad es parte de mi trabajo y un poco de mi personalidad, le escribí y acabamos teniendo una videollamada larguísima.
Lo que se suponía que sería una conversación breve, se convirtió en una charla que me tocó muchísimo más de lo que me esperaba.
Ella se llama Sojin, tiene 56 años y vive en Seúl, donde trabaja en una editorial, pero lo curioso es que pasó parte de su infancia en España.
Entre los 6 y los 10 vivió aquí porque sus padres se trasladaron temporalmente.
Cuando llegó, no sabía casi ni una palabra de español, poco más que «Hola, me llamo Sojin».
Y con esa mezcla de miedo y desconcierto, que normalmente cuando eres pequeño sientes al cambiar de país sin entender el idioma, las costumbres ni la comida.
Pero entonces, cuando llegó al colegio, pasó algo que le cambió la vida y su día a día.
Hubo un grupo de niñas que la acogió inmediatamente.
Eran las que no la miraban raro como las demás cuando se quedaba callada porque no entendía lo que le decían.
La ayudaban con los deberes, la invitaban a jugar y le enseñaban poco a poco palabras, todo con la más absoluta naturalidad, y consiguieron que ella se sintiera que formaba parte de algo.
Y es que, cuando eres mayor también, pero cuando tienes 6 añitos y te estás sintiendo fuera de lugar, el que te hagan sentir que formas parte lo es todo.
Estuvo 5 años en España y luego se volvió a Corea.
Y como pasa muchas veces, al principio se escribían las cartas, las postales, alguna foto… pero con el tiempo esa frecuencia fue bajando, hubo cambios de dirección, nuevas etapas de vida, ya sabes cómo va esto… y se fueron desconectando.
Pero un día, a los 20 y pocos, retomaron el o.
Y ella me decía que ni siquiera recordaba cómo había pasado, quién empezó la rueda de volver a ponerse en o… pero lo que sí se acordaba es que, desde entonces, no volvieron a estar desconectadas.
Empezaron a viajar para reencontrarse, primero con lo que conseguían tener ahorrado, buscando sitios así baratitos, lugares que a todas les fuera bien.
Y con los años, asumiendo vidas más estables, económicamente más solventes, acabaron planificando una quedada anual que se ha vuelto inamovible, buscando alguna parte del mundo que les quede por visitar.
Y me decía cómo de increíble les seguía pareciendo que, en cada uno de esos encuentros, esas mujeres de 50 y pico parecían de nuevo como aquellas niñas del cole, riéndose despreocupadas, sin filtros, como si no hubiera pasado el tiempo.
En ese año se cumplían 50 años del momento en que se conocieron.
Y para Sojin esto era mucho más especial, incluso que para las demás, y quería hacer algo individual, bonito y con significado para cada una de ellas.
Algo que les pudiera hacer sentir de manera inesperada tan queridas como ella se sintió de pequeña y se ha sentido después con los años.
Se le ocurrió enviar por el cumpleaños de cada una una cajita distinta, pensada para que pudieran compartirla en casa, con sus hijos, sus parejas, según la situación de cada una, que fuera con la que vivieran.
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