431 - La maldición del conocimiento en el proceso de marketing 191d2j

Ya han pasado Días del Trabajador, Día de la Madre, ya lo hemos pasado todo, y es que claro, como la semana pasada coincidió que el jueves era festivo, pues no pudimos disfrutar de esta sección que todos los jueves nos regala Franto Reblanca, es el especialista en marketing de la cadena SER, toma ya, aquí por lo menos, en Radio Villena, y además, con experiencias tan brutales como la que tuvimos hace un par de semanas con invitadas de lujo, que nos aportaron mucho, mucho, mucho más saber a todo esto que estamos poniendo, por lo menos en teoría, luego la práctica la lleva esto a cabo, pero que seguro, seguro que si pones en más de una ocasión algunas de estas cosas en práctica, vas a flipar como flipamos nosotros, Fran, buenos días.

Hola Mónica, ¿qué tal? Buenos días, oye, vamos con un temazo, como cada día, en la amplitud del marketing, a menudo, nos vamos encontrando con una barrera invisible que, a ver, de alguna manera nos frena, o frena nuestra capacidad de generar ideas realmente innovadoras, y mira que las tenemos, que te creas tú que no, se trata, esto tiene un nombre, y se trata de la maldición del conocimiento, toma ya, ¿a qué nos referimos con esto para que la gente lo entienda? Está guapo eh, está guapo, esto parece como una serie así de Netflix de varias temporadas, la maldición del conocimiento, va.

Pues es una de estas cosas que me flipan absolutamente, que son los sesgos cognitivos, que tienen muchísima influencia en marketing, y es un sesgo en este caso que nos impide ver las cosas con la frescura de una mente principiante, entonces lo curioso es que cuanto más expertos nos volvemos en un área, y más conscientes somos de ese expertise, más difícil nos resulta pensar fuera de los límites que establece en ese conocimiento.

Totalmente, además, no no, pero escucha, si que nos paramos a pensar lo que acabas de decir, es como si el conocimiento acumulado, en lugar de liberarnos porque somos más sabios, lo que nos hace es encadenarnos en patrones más rígidos de pensamiento, no quiero salir de aquí, porque creamos como una especie de zona de confort, ¿no? Pues no lo había pensado de esa forma, pero sí, sí, es una especie de zona de confort. Queremos saberlo ya todo. Sí, porque eso de ser experto te hace sentir bien.

¡Ostras! Que iba a decir una palabrota, pero que faena. Sí. Porque Tela Marinera, ¿es cierto esto de la maldición? Cuéntanos un poquito más. Pues es así totalmente, Mónica, porque cuando alguien adquiere una gran cantidad de información sobre un tema concreto, pues su mente tiende a asumir que los demás comparten el mismo nivel de comprensión, eso primero, y luego esto dificulta una comunicación efectiva, porque reduce la capacidad de conectar ideas desde otro tipo de ángulos, es como que ese reino de taifa que se va creando en base a ese conocimiento, te va imbuyendo y no te permite una expansión a otras áreas, y tiene mucho que ver, que le estoy dando vueltas a eso que tú has dicho, que es una especie de zona confortable dentro de ese conocimiento.

Tiene toda la pinta, es que a ver, y esto es así, la mente de un principiante se mueve con más libertad porque no está atrapada en reglas, y tampoco en convenciones que la experiencia nos impone, supongo. Sí, de hecho, mira, me acaba de venir a la mente que en creatividad muchas veces una de las cosas más productivas que hay es cuando incorporamos a niños o niñas en un proceso creativo, que no tienen ni idea de nada, pero tampoco límites, entonces muchas de las cosas que dicen en cuanto a la observación que pueden hacer de un producto o servicio te dan unos inputs absolutamente salvajes, y muy parecido, entonces yo creo que los grandes innovadores han aprendido a cuestionar lo obvio, está claro, a desaprender y a ver con ojos nuevos lo que para otros es rutinario, cuando arrancas en un ámbito nuevo pues tienes esa, entre comillas, virginidad que te permite un grado de apertura mayor que cuando eres un gran experto y estás dentro de ese campo, y repito, sigue siendo una gran paradoja.

Totalmente, además, escuchen, los que están ustedes ahí detrás que dicen, no, no, pero a que ustedes, por muy mayor que se crean, es que soy un abuelo ya, cuando han visto algo nuevo, cuando han sentido algo nuevo, vuelven a esa niñez, a esa pureza, siempre nos ha pasado y nos puede seguir pasando toda la vida, pero, ojo avizor, ¿cómo podemos desafiar a la maldición del conocimiento? Dicho así, me deja en blanco. No, es broma, bueno, pues hay muchas técnicas para ello, por ejemplo, la famosa regla de las dos horas diarias para desconectar, que practicaba, según dice la leyenda, Steve Jobs, y consiste en dejar la mente... ¿Tenía dos horas ese hombre?