645 - La fábula del zorro, la cigüeña y el peso atómico del plomo 2q6g2b

Hay una fábula protagonizada por un zorro y una cigüeña. En ella se narran dos encuentros entre los dos animales. Primero, el zorro invita a comer a la cigüeña, y luego al contrario. Si quieres saber qué ocurre en esta fábula, puedes buscar entre los episodios de este podcast. Existe una película que, entre tantas otras, cuenta las historias de varias personas. Las vidas de estas personas se cruzan a veces, con resultados diversos. Primero, una de ellas está oprimida, la otra no puede mostrarse tal cual es, y la tercera vive una vida solucionada aparentemente. Luego, la cosa cambia.

Es común utilizar figuras estilísticas y metáforas para contar historias. Es muy probable que si una historia se contara tal cual, a pesar de su valor, no fuera suficientemente atractiva como para que se le preste atención. Así, por ejemplo, tenemos las parábolas de la Biblia, en que se pretende enseñar una lección mediante un lenguaje basado en términos conocidos por el público. La intención es transmitir una enseñanza que quizá no fuera tan accesible si se emplearan términos más complejos. Es decir, emplea una ficción para transmitir información de valor. En las fábulas se emplean animales, plantas u objetos a los que se otorgan cualidades humanas. El objeto es el mismo, transmitir una enseñanza. La propia ficción es solo un canal más, se pretende explicar algo sirviéndose de personajes y lo básico de una narración, introducción, nudo y desenlace.

La verdad es que si solo explicáramos lo que queremos transmitir, en muchos casos los bostezos y la falta de interés hace tiempo que habrían acabado con la especie humana. Las canciones han servido de canal de transmisión de enseñanzas, ideas, modelos más o menos beneficiosos y añaden además el elemento musical, que también tiene su propio contenido y valor. Pueden ser melodiosas baladas, canciones protestas repletas de letra y significado, himnos absolutamente inolvidables por lo accesible y recordable de su melodía, etc. Hay muchos canales mediante los cuales se nos informa y enseña, con mayor o menor acierto, pero tenemos claro que se pretende decir algo con ellos. ¿O no? En lugar de atender a la letra de una canción, en la que se emplean originales metáforas que nos hagan reflexionar, podríamos repetir solo un estribillo machacón que nos ha llamado la atención.

En lugar de comprender el significado de una parábola, las gentes antiguas podrían haberse detenido en que nadie puede realizar según qué milagros y dejar de escuchar una posible lección de vida que transmitirá sus sucesores. ¿Y qué decir de la fábula? En lugar de aprender la moraleja de la fábula, en que el zorro gasta una broma a la cigüeña y ésta se la devuelve, podríamos detenernos en que simplemente los animales no hablan. ¿Cómo va a hablar un zorro a una cigüeña? ¿Estamos mal de la cabeza o qué? Podría seguir con otros canales y desarrollar toda una teoría, pero es que los animales no hablan. Podría intentar explicar la riqueza de los canales de comunicación y el ingenio para contar historias a lo largo del desarrollo de las civilizaciones, pero es que los animales no hablan.

Incluso te podría contar que aquella película que decía antes intenta y consigue contar una historia interesante de tres mujeres, pero es que los animales no hablan. Puede que el peso atómico del plomo sea muy importante para analizar las obras de Goya, pero cuando ves el duelo, garrotazos o el sueño de la razón produce monstruos, intenta expresar su opinión sobre diversos temas. Nos la quiere transmitir, pero nos detendremos en que los animales no hablan. Sin embargo, las obras de animación parece que no gozan de estos defectos. No encuentro la misma resistencia al escuchar opinar acerca del Rey León de 1994 o de Akira de Katsuhiro Otomo de 1988. Ambas obras cuentan historia, pero están protagonizadas por dibujos que se mueven, así que nos sigamos.

Las ficciones nos han servido durante milenios para transmitir información valiosa, pero quizás que estamos en un cambio de ciclo. Justo ahora, qué interesante, justo ahora en que una cantidad muy grande de individuos se ha acostumbrado a mantener la atención unos cinco segundos. Ahora hay que ser literales. O puede que las historias ya no sean lo que necesitamos, solo los conocimientos inyectados en el cerebro.

Solucionar una situación viendo un vídeo cinco segundos antes con la respuesta y a otra cosa, y no entender y no retener, y no aprovechar la experiencia de quien la ha acuñado antes como un tesoro. A modo de referencia, para quienes siguen las historias y tienen cierta retentiva, si solo nos fijamos en el aspecto de la copa, no elegiremos sabiamente.