
Adicción a los videojuegos. Capítulo 7 326l3g
Descripción de Adicción a los videojuegos. Capítulo 7 1st2p
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Hoy presentamos, Adicción a los videojuegos.
Capítulo 7 Estaba tan enfrascado en mis pensamientos que hasta que me puse a hacer la mochila para ir a la playa, no me di cuenta de que mi móvil aún seguía en poder de María. Noté cómo de pronto me ardían las mejillas. Sin pensármelo, dos veces me fui a la habitación de mi hermana y entré como un rayo sin llamar a la puerta. María ya se había puesto su enorme camiseta y estaba sentada frente a su escritorio con su teléfono en una mano y el mío en la otra.
Me miró con cara de sorpresa.
—¿Qué pasa? —dicen.
—Mi móvil. —Señalé con el dedo extendido.
—Ah, sí, un segundo y enseguida acabo.
—¿Que enseguida acababa? ¿Qué? Pero, ¿qué narices estaba haciendo? Perdí la paciencia y me aproximé para arrebatárselo, pero en un rápido movimiento se levantó de la silla y se desplazó hacia su cama, esquivándome, mientras no dejaba de teclear en los dos teléfonos.
—Oye, ya está bien, que me quiero ir. Además, es mi teléfono.
—¿Enseguida acabo? No seas impaciente, me habló con cierta desgana.
Me acerqué hacia mi hermana, pero se tumbó de lado en la cama, girada hacia la pared, para que no me pudiese quitarle mi teléfono. Me puse encima de ella, pero protegió su posición de manera que me impedía llegar a coger sus manos y, por tanto, lograr mi finalidad.
Mientras tanto seguía con su tarea. Con el forcejeo, mientras ella se reía divertida, mis manos fueron recorriendo su cuerpo, inconscientemente, ya que no conseguía mi objetivo, por lo menos iba a tocar a placer. Pasé a hacerlo de forma descarada. María sacó su trasero hacia afuera, con un solo movimiento, y lo dejó pegado a mis genitales de manera que los presionaba. Estiré mi mano y atrapé su pecho izquierdo, bajo la camiseta. Ella gimió.
—¡Uf! ¿Así que vuelves a tener ganas de tocar a tu hermanita? Siguió manipulando los dos teléfonos mientras que yo me quedaba como en trance, tocando su cuerpo, sí, pero sin sentir su tacto, y en ese momento, por un fugaz instante, mi mente se sobrepuso al dominio de lo físico, la realidad se abrió paso en mi cabeza y fui consciente de cómo María seguía haciendo lo que le daba la gana, ignorándome por completo. Fue como una descarga eléctrica, reaccioné. —María, te he dicho que me devuelvas el teléfono.
Mi hermana me miró, muy sorprendida y, sin decir nada, extendió la mano y me acercó el teléfono.
Se lo arrebaté de la mano y, sin mirarla, me dispuse a salir de su habitación. Justo cuando estaba cerrando la puerta, con un fuerte portazo, aún me dio tiempo para escucharla decir. De todas maneras, ya había terminado. Entré en mi habitación muy cabreado y cerré la puerta sin miramientos. No recordaba la última vez que me había enfadado tanto, y menos con mi hermana.
Miré mi teléfono, activando la pantalla. Lo primero que llamó mi atención es que la batería estaba tan solo al 53%. No podía ser, si lo acababa de cargar, lo recordaba perfectamente.
¿Qué había estado haciendo mi hermana con mi teléfono? Busqué por la pantalla y todo parecía estar como siempre. Lo siguiente fue entrar en la aplicación del WhatsApp y allí sí que descubrí que desde mi terminal se habían enviado mensajes, pero, tras hacerlo, María debía haber utilizado la opción de Eliminar para mí, por lo que ella era la única que debía tener la información que se había transmitido desde mi teléfono, fuera la que fuera. Me senté en la cama y me puse a pensar.
Las aplicaciones que más consumían la maltrecha batería de mi teléfono eran las que estaban relacionadas con el uso de videos. Enseguida caí en la cuenta. Esta nos ha estado grabando, pero, ¿para qué coño? ¿Por qué no ha utilizado su teléfono? Imaginaba que antes o después lo iba a saber. Estaba muy cabreado, porque una cosa es que mi hermana me pidese el móvil, pero otra muy distinta que lo utilizase para vete a saber que, y, además, si no se lo hubiese reclamado me hubiera ido sin él a la playa. Una putada que haya le importado un rábano. Pero ahora, mi mayor preocupación me la creaba el ser consciente de que María pensaba, y hasta ahora había sido así, que a través de mí.
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