
Adicción a los videojuegos. Capítulo 9 446o4c
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Hoy presentamos, Adicción a los videojuegos.
Capítulo 9 Llegué a casa, casi sin darme cuenta, envuelto en una especie de nube que me embotaba el entendimiento. Cuando comencé a ser totalmente consciente de lo que había ocurrido debía ser ya más de un cuarto de hora que estaba sentado en la cama de mi habitación. Tenéis que tener en cuenta que yo solamente era un chaval, casi un crío, cuando viví todo esto, aunque ahora no es que sea mucho mayor, a quien no le hubiese afectado verse envuelto en medio de semejante historia, pensar cómo hubieses reaccionado, aunque creo que eso no se puede saber sin haberte visto envuelto en ello.
Andaba yo en mis cavilaciones cuando me devolvió a la realidad, una vez más, la repentina irrupción de mi hermana. Dicen que papá ya ha hecho la videollamada Carmen, vamos para el salón. Seguí a María y encontré a Carmen y Mel sentadas en el sofá, con la tableta apoyada sobre la mesita de vidrio, frente a ellas, que ya estaban iniciando la conversación. María se sentó entre las dos, sin muchos miramientos, separándolas, de manera que quedó colocada justo enfrente del dispositivo electrónico, yo permanecí de pie, tras el sofá, para que entráramos todos en cuadro.
Hola, hijos, por fin estáis todos, qué alegría ver a toda la familia unida. No sabéis cuántos estoy echando de menos. Hola, papá. ¿Cómo está el tío? Bueno, de momento estable dentro de la gravedad, pero es pronto para saber. Le están haciendo muchas pruebas.
¿Y por ahí? ¿Cómo va todo? Antes de que nadie pudiera responder, María se adelantó.
Bien, todo bajo control, ¿verdad, Carmen? En ese instante pude apreciar, desde mi posición retrasada, como mi hermana utilizaba su mano derecha para asestarle un tremendo pellizco a nuestra madrastra a la altura de los riñones, fuera del campo de visión de mi padre, consiguiendo que la agredida pusiera cara de sorpresa, pero aguantó estoicamente.
Sí, todo muy bien, cariño. Esta tarde han venido María y dicen ayudarnos, antes de la hora del cierre, y está todo colocado y perfecto. Me alegro mucho, y sobre todo me alegra veros a todos juntos, como una familia. No te preocupes por nada, papá.
Y tú, dicen, estás muy callado. No, papá, es que estoy un poco cansado y echándote de menos.
Gracias, hijo, yo también estoy deseando estar ahí otra vez, como en casa en ningún sitio.
Espero que el tío se recupere cuanto antes. A partir de ese momento, mi mente desconectó de la conversación, y aunque permanecí allí por varios minutos más, los que duró la conversación me abstraje dándole vueltas a los últimos acontecimientos. Hablar y ver a mi padre, con su semblante y su voz fatigados, aunque fuese a través de una pantalla, me recordaba lo mucho que lo quería y lo importante que era para mí, pero además, invariablemente, me hacía sentir como un miserable por todo lo que estaba ocurriendo. No solo estaba teniendo relaciones sexuales con su mujer.
No tenía claro si consentidas o no, sino que, además, estaba follándome a mi hermanastra y a mi hermana, su hija, y siendo cómplice de los tejemanejes de esta última. ¿En qué momento mi vida se me había ido completamente de las manos y se había convertido en todo este caos? ¿Por qué motivo? Las respuestas eran dos, y acudían con rapidez a mi mente, sucedió cuando lo deseó María y la herramienta utilizada al sexo.
Cuando finalizó la videollamada, tras las pertinentes despedidas, cada cual se retiró a su habitación. De momento nadie se planteó si se cenaba o no, dada la circunstancia supongo que cada uno lo haría por su cuenta. Me fui a mi cuarto y me puse a mirar por la ventana, sin fijar la vista en ningún punto determinado, solamente miraba las luces que se apreciaban a lo lejos, y mientras tanto continué dándole vueltas a la cabeza.
Este nuevo rechazo que sentía hacia Carmen, no justificaba que yo actuase con ella como lo había hecho, me había comportado como un cerdo, y esto, de alguna manera, no me hacía mejor que ella. Pero estaba dominado por el deseo, por el sexo, por los instintos más primarios que marcaban mi vida en las últimas semanas y por la celestina de excepción que estaba controlando todos mis pasos.
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