
Descripción de La dama y el repartidor. 1d6qd
La dama y el repartidor. Cuando Fabiola pide algún encargo por el móvil, el pedido debe llegar a la hora estipulada. La falta de profesionalidad del negocio será pagada por la chica en los huevos del desafortunado repartidor. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/177096/ 17a3m
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
¡Gracias por estar en Sintonía! Si aún no estás suscrito te invito a hacerlo y no te pierdas ninguno de nuestros episodios.
Ahora así comencemos.
La dama y el repartidor.
Cuando Fabiola pide algún encargo por el móvil, el pedido debe llegar a la hora estipulada.
La falta de profesionalidad del negocio será pagada por la chica en los huevos del desafortunado repartidor.
Fabiola se encuentra en su habitación sentada en la silla del escritorio, mirando por la ventana distraída, mientras su mano izquierda juguetea con un bolígrafo y con la otra sostiene una página del cuaderno de apuntes.
Mira su móvil y el reloj marca las 14.55.
Hace una hora que pidió comida rápida por Justy y el encargo parece tardas más de lo habitual.
Sus pies, descalzos como a ella le gustaba andar por casa, se agitan en el suelo con nerviosismo, abriendo con cada movimiento de pierna la larga falda que lleva puesta y se extiende hasta los tobillos.
Suena el timbre y Fabiola se levanta rápidamente, hambrienta y enfadada, dispuesta a abrir la puerta y echarle la bronca al repartidor.
Cuando abre la puerta, se encuentra con el chaval de reparto, bajito, sin llegar al 1,70 y de unos 18 años quizás, pero con una arrogante y estúpida cara de adolescente.
El contraste con Fabiola era evidente, al medir ella 1,75 sin llevar ninguna clase de calzado.
El chaval de reparto la miró de arriba abajo, sorprendido por la belleza mediterránea que le había abierto la puerta, pelo rubio, grandes ojos castaños, labios finos en una boca imponente, pechos turgentes reafirmados por una blusa sin mangas y falda larga abierta por encima de la rodilla que dejaba entrever unas largas piernas.
Una vez terminó su rápido análisis, sonrió y le entregó el pedido a la chica.
Serían 15,55 todo.
¿Sabes que son casi las 3? No voy a pagar nada.
Chica a mí que me cuentas, eso es cosa del cocinero, yo no he tardado nada en llegar.
Me importa una mierda chaval, hace media hora que debería haber llegado el pedido, así que no voy a soltarte ni un céntimo.
Si me vas a pagar, o llamo a la policía.
Fabiola se sorprendía del coraje del chavalín, así que decidió cambiar de estrategia.
Se le había ocurrido un plan estupendo.
¿Sabes? Hay otras formas de pagar aparte de dinero.
¿Qué dices? Dame el dinero, si no, me lo descontarán de mi sueldo.
Estoy segura de que podemos llegar aún.
Acuerdo mientras decía esta frase se acercó al muchacho y le pasó una mano por el mentón, descendiendo por la camiseta y jugueteando con su enjuto pecho.
Ah, cu que haces el chaval estaba nervioso, pero a la vez comenzaba a notar como su pene empezaba a reaccionar al o femenino.
Anda pasa, y veremos como puedo pagar esa deuda contigo.
En esa deuda contigo Fabiola le guiñó un ojo y arrastró al repartidor hacia dentro de su casa sujetándolo por la camiseta y obligándolo a seguirla.
El chaval no opuso ninguna resistencia y se dejó guiar hacia la habitación, dejando caer las bolsas con el pedido justo en la entrada.
Cuando llegaron a su habitación, Fabiola cerró la puerta con el pestillo y empujó al joven contra la pared, volviendo a sujetarle la camiseta con una mano, mientras la otra empezaba a descender hacia su bragueta.
Bueno, ¿por dónde íbamos? Ah, sí, me estabas diciendo que tenía que pagarte 15,55.
La voz de Fabiola se había vuelto muy sensual, casi susurrante, mientras jugueteaba con la entrepierna del muchacho palpándole su paquete con la mano.
Ese ese que sí, exactamente esa era la la cifra y el chaval estaba completamente excitado por la situación.
Vaya suerte he tenido con esta zorra, pensó ante la perspectiva de sexo fácil.
MMM, bien, creo que sé de algo que podría valer exactamente esa cantidad.
Fabiola agarró con las dos manos por el cuello de la camiseta del muchacho, mientras miraba hacia la entrepierna del chaval y luego directamente a sus ojos.
El chaval ya se veía montando a la imponente hembra, y justo cuando creía que iba a quitarle la camiseta, mientras los ojos se le salían de las órbitas mirando a la chica, Fabiola alzó su rodilla y le metió un fortísimo golpe que se hundió en los huevos del muchacho.
Justo en donde hacía unos segundos la mano de Fabiola se encontraba dándole un placentero masaje.
Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org
Comentarios de La dama y el repartidor. 70454