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Dentro de las misiones secretas de EEUU 406d3e
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Durante décadas, Estados Unidos invirtió en operaciones secretas y centros clandestinos de detención. ¿Cómo lograron mantener ocultas estas misiones y qué fue lo que hizo que finalmente salieran a la luz? ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/1883325 3231d
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En los meses posteriores a la Segunda Guerra Mundial, comenzó una guerra fría entre la Unión Soviética, Estados Unidos y sus aliados.
Cada bando sospechaba del otro y temía morir aniquilado por un primer ataque nuclear.
En respuesta, Estados Unidos desarrolló ubicaciones militares clandestinas.
Aceptamos esas condiciones, mantuvimos la boca cerrada.
Nuestras vidas y las de los demás dependían de ello.
El secretismo en torno a estos programas alimentaron una histeria creciente.
Es la única vez en la historia de Estados Unidos en la que el gobierno afirmó tener un platillo volante.
Mientras tanto, la CIA llevó a cabo atrocidades médicas recurriendo al control mental y a agentes nerviosos letales.
Desconocía el miedo que existía por estar atrapado y no ser capaz de respirar adecuadamente.
Y ahora, incluso a día de hoy, sigo teniendo pesadillas.
Resulta bastante evidente que el gobierno recurrió a medidas realmente extremas para mantenerlo en secreto.
Dentro de las misiones secretas de Estados Unidos.
Roswell, Nuevo México, 8 de julio de 1947.
El locutor de radio Frank Joyce recibió una llamada.
El teniente Walter Hoth, encargado de prensa del único escuadrón de bombas nucleares de Estados Unidos, la número 509, sintonizó la emisora de Roswell.
Me debía un reportaje.
Me había quejado ante él porque poco antes le había dado un reportaje a otra persona.
Y a mí me había dejado de lado.
Pero cumplió su palabra. Llamó a la radio.
Y en cuanto lo escuché, supe que era él el hombre que estaba al otro lado del teléfono.
Dos días antes, Frank Joyce había hablado con el dueño del rancho que había encontrado unos restos inusuales en sus tierras.
La prensa afirmó que el ejército del aire de Estados Unidos había rescatado un platillo volante de un rancho al norte de Roswell.
Frank Joyce llegó a una única conclusión.
El ejército del aire de Estados Unidos afirmó que era un platillo volante y que procedía del espacio.
Joyce le contó su increíble historia a su fiel público local.
Posiblemente fuera la mayor exclusiva de todos los tiempos.
Fue y sigue siéndolo a la fecha de hoy, la única vez en toda la historia en la que el gobierno de Estados Unidos afirmó tener un platillo volante.
La noticia dio pocos detalles más.
Se dijo que una pareja de la zona vio algo inusual en el cielo el 2 de julio.
El teniente Jesse Marcel recogió los restos y los llevó a una sede militar.
Esta increíble historia se propagó rápidamente por todo el mundo.
En cuanto esta historia salió a la luz, se descontroló.
Nos llamaron desde Nueva York, desde Londres, desde Los Ángeles.
Todo el mundo quería saber más.
El concepto de discos voladores o platillos voladores ya había captado la atención de todo el mundo un par de semanas antes.
El 24 de junio un reconocido piloto Kenneth Arnold afirmó ver nueve objetos voladores sobre el Monterrey.
Dijo que eran como platillos que sobrevolaban un estanque.
Pero a pesar de que Arnold describió la nave como algo similar a las alas de un murciélago, la imagen de platillo volador caló entre el público hasta acuñar ese término.
En la siguiente semana se informó sobre el avistamiento de cientos de estos nuevos platillos voladores.
Las noticias sobre lo que se encontró en Roswell, como mínimo, aclararían el misterio de millones de personas ansiosas por saberlo.
¿Qué eran esas naves? ¿Por qué volaban tan rápido? ¿Y eran de este mundo o de otro? Cuando la historia llegó al aeródromo militar de Roswell, dos agentes del servicio secreto acudieron a la zona para evaluar y recoger sus restos.
El teniente Jesse Marcel y el capitán Sheridan Cavett acudieron vestidos de paisano para rellenar varios sacos con el material.
El misterioso material se llevó a analizar a Fort Worth, Texas.
Cuatro horas más tarde, el comandante de la base, el general Roger Ramey, convocó una rueda de prensa.
Este contradijo a la prensa su última información.
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