
Desde la Patagonia: De Barcos y Baguales 5v6y53
Descripción de Desde la Patagonia: De Barcos y Baguales 6i1s70
Presentado y dirigido por Alberto de Zunzunegui Balbín. Emitido el 28/02/25 Episodio realizado desde la Patagonia, en Sierra Baguales (Chile), para hablar de uno de los parajes naturales más espectaculares del planeta, de la navegación en la Región de Magallanes y de baguales, algunos de los últimos caballos salvajes que quedan en el mundo. Invitados: Alicia Rivero Álvarez: empresaria magallánica, apasionada por los caballos Baguales -salvajes-. Es dueña de la Estancia 3R, dedicada a la preservación del caballo autóctono y también a ofrecer alojamiento en la Sierra Baguales, muy próxima al Parque Nacional de Las Torres del Paine. Cristian Villablanca Tapia: documentalista y navegante, actualmente dedicado a las navegaciones culturales y científicas por la Región Magallánica, a bordo de su propio barco, el KIPA TARA. OCEANOSOPHIA es un programa dedicado a la divulgación de la Cultura, la Ciencia y los Valores Humanos, basado en nuestras travesías temáticas a bordo de barcos históricos o singulares. https://www.oceanosophia.com 4k281i
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Océano Sofía, la aventura del conocimiento y el viaje interior a través del mar.
Un programa dirigido y presentado por Alberto de Zunzunegui Balbín.
Océano Sofía es la búsqueda del conocimiento, la cultura y los valores humanos a través de la navegación en el mar.
Llegar hasta aquí no es fácil.
La distancia y el tiempo imprescindible para hacerlo son escollos importantes, no menos quizá que el presupuesto necesario para ello.
Con todo, el de la Patagonia sigue siendo un viaje de ensueño y el sueño de no pocos viajeros.
La belleza de sus paisajes, la magnitud del territorio, la profusión de fauna y naturaleza, casi intactas en buena parte de su geografía, o el hecho de ser una de las regiones más remotas e inaccesibles del planeta, sin duda contribuyen a ello.
También el haber sido durante casi cuatro siglos hasta la apertura del Canal de Panamá en 1914 el puente principal entre el Atlántico y el Pacífico a través del Estrecho de Magallanes, el Canal de Viguel o el tormentoso Cabo de Hornos, hacen igualmente de la Patagonia una región mítica en lo que se refiere a la historia de la navegación y la exploración geográfica.
Y ya en la actualidad Ushuaia, la capital de Tierra del Fuego en la Patagonia Argentina, se ha convertido en el puerto principal para la exploración antártica y lugar de avituallamiento y enlace para las expediciones polares e incluso para el turismo que tiene como destino el continente helado.
Pero más allá de todos esos alicientes, el de la Patagonia es sobre todo un viaje al pasado, al más remoto, aquel momento en el que los continentes estaban todavía en formación, en donde los hielos y mares cubrían montañas y anegaban desiertos, cuando las convulsiones de los volcanes cambiaban la orografía, llenaban de lava los valles y desgajaban grandes partes del continente para conformar las islas, canales y fiordos que caracterizan hoy el extremo austral del continente americano.
Y eso es algo que he podido sentir, vivir y hasta tocar durante este apasionante viaje, al adentrarnos en alguna cueva que estuvo habitada por animales ya desaparecidos, como el milodón, visitando cráteres y conos de volcanes extintos en medio de las interminables llanuras patagónicas, recogiendo trozos de lava y piedras basálticas o examinando infinidad de fósiles marinos atrapados entre las capas de arenisca que jalonan los retorcidos cañones y pedregosos ríos de Sierra Baguales.
Allí, en Sierra Baguales, también he disfrutado de la libertad extrema que puede llegar a sentirse en el extremo del mundo.
No sólo por la posibilidad de avistar algunos grupos de caballos salvajes o cimarrones conocidos aquí precisamente como Baguales, por ver volar el cóndor sobre nuestras cabezas, escuchar el relincho de alarma de los guanacos cuando descubren tu presencia o saberte un intruso en el territorio de caza de algunos de los últimos pumas.
Quizás tampoco por haber podido contemplar el cielo nocturno con una nitidez sólo comparable a la que se percibe alguna vez en medio de la mar y que compensaba con creces la incomodidad de las tiendas de campaña, el frío, la lluvia o el viento casi siempre presente en la Patagonia.
O por todas esas llanuras, valles, montañas y cumbres nevadas que se extendían en todas las direcciones y hasta donde alcanzaba la vista.
Sino también por algo mucho más difícil de expresar con palabras, probablemente relacionado con nuestro origen ancestral y con ese hilo de plata invisible que nos une al universo.
Una energía también invisible y no siempre fácil de percibir, pero que en algún momento del viaje también ha estado presente en esos instantes de silencio y soledad que en la Patagonia no son difíciles de encontrar. Y por eso, y especialmente por eso, ahora sé que algún día volveré.
Comentarios de Desde la Patagonia: De Barcos y Baguales n961