Gorka Andino - La batalla de la mente 1b2119

Gracias Dios mío por cada día, Dios mío Señor, por tu palabra, gracias por seguir guiándonos, seguir enseñándonos, Padre, queremos aprender y conocer de ti, Dios mío, saber lo que tú tienes para nosotros en esta mañana, Dios mío, Señor, como tú quieres hablarnos, como tú quieres dirigirnos y quieres guiarnos, Padre. Enséñanos hoy, Dios mío, lo que tú ya has traído, lo que has puesto en mi corazón, Dios mío, Señor, te ruego, Padre, que tú nos instruyas, Señor, un día más, Padre, en el nombre de Jesús. Isaías, capítulo 55, dice la palabra de Dios que sus pensamientos no son nuestros pensamientos ni vuestros caminos, mis caminos, dice el Señor. Una de las batallas más importantes que todas las personas tienen está en la mente, en lo que mi mente dice, en lo que mi mente cree, en lo que mi mente estima.

Tantas batallas que se desarrollan en la mente con los pensamientos, pues cada uno venimos de un lugar, de una cultura, de una educación, y cada uno traemos unos pensamientos según hayamos vivido o nos hayan enseñado. Y según lo que dice mi mente, pues así luego actúo. Si creo que lo que dice mi mente es bueno, pues lo haré. Por eso a veces encuentras tantas diferencias entre lo que uno piensa y lo que el otro piensa. Pues yo pienso que esto es bueno, así que el otro piensa que esto es malo, lo que él piensa que es bueno, lo hago. Lo que uno piensa que es malo, pues no lo hago, en función de todo lo que dice mi mente, que está bien o que está mal. Y dependiendo de la cultura, algo está bien o está mal, dependiendo de los tiempos, si echa para atrás los que tienen ya unos años, verán que las cosas que pasan hoy en día con respecto a las que se pensaban hace unos años, no tienen nada que ver. Lo que antes se veía mal, hoy se ve bien, y lo que antes se veía bien, hoy se veía mal.

Ahí el otro día leí una entrevista a alguien que decía que teníamos que cambiar el modelo de familia y adaptarnos a todos los tipos de familias que hay ahora. Pues va a ser que no. Ella puede pensar lo que quiera, pero yo no tengo por qué cambiar mi modelo de familia. Ahora como hay tantos tipos, inventan tantas cosas, y mi mente tiene que saber distinguir lo que está bien y lo que está mal. Y Dios tiene que enseñarme qué está bien y qué está mal, porque la palabra dice que mis pensamientos no son vuestros pensamientos. Mi forma de pensar no es la forma de pensar que siempre tiene el Señor. Yo tengo que aprender a pensar según la mente de Dios, no según mi propia mente. Y seguro que no según este mundo, que tiene cada día una invención nueva, pero mira que no es una invención nueva para acercarse a Dios, es una invención nueva para alejarse de Dios.

Todo lo que este mundo desarrolla siempre es como para alejarse de Dios, entonces no puedo pensar según este mundo. Y cuidado con que me influencie este mundo y sus pensamientos, porque al final van entrando como pequeñas ideas, y un día me veo que estoy cerca del mundo. Pero la mente además es un espacio dentro del alma que es como la ciencia. La ciencia sólo acepta lo que puede probar. La ciencia dice esto está bien porque lo puedo probar. Esto no está bien y muchas veces aparece no puedo probar la existencia de Dios porque no puedo tocarlo, no puedo verlo. Pues la obra de Dios habrá del Creador. Así que fíjate si puedes confirmar la existencia de Dios. Pero la mente funciona un poco igual, sólo lo que ha piensa, lo que ha vivido, lo que ha sentido. Y entonces la palabra de Dios a veces choca con nuestra mente porque Dios nos lleva a vivir por fe y la mente lleva a vivir por lo que veo, por lo que siento, por lo que conozco.

Y la fe es exactamente lo contrario, es vivir por lo que no veo, por lo que no conozco y solamente por creer que Dios ha dicho que lo hará. Así que hay una lucha entre mi mente que vive de lo que ve y mi fe que vive de lo que no ve. Es la certeza de lo que espero, no de lo que es. Después la confianza de lo que Dios ha dicho que hará, no de lo que ya está haciendo. La mente vive de lo que experimenta y de lo que sabe y conoce.

Y si me dejo llegar por mi mente, entonces no actúa la fe. Por eso dice la palabra que sus pensamientos son más altos y me cuesta, y ves cuando a veces nos cuesta entender los pensamientos de alguien que es más alto, que es más avanzado o que nos lleva o nos desafía a vivir por fe. Y entonces empezamos a temblar porque ya no tengo dónde agarrarme porque ya no tengo dónde agarrarme porque ya no tengo dónde agarrarme