H.P. Lovecraft – Némesis 421n3c

El lector de medianoche a través de las puertas del sueño custodiadas por los kools más allá de los abismos de la noche iluminados por la pálida luna he vivido mis vidas sin número es sondeado todas las cosas con mi mirada y me debato y gritó cuando romper la aurora y me siento arrastrado con horror a la locura reflotado con la tierra en el amanecer de los tiempos cuando el cielo no era más que una cama vaporosa he visto bostezar al oscuro universo donde los negros planetas giran sin objeto donde los negros planes estas giran en un sordo horror sin conocimiento sin gloria sin nombre he bajado a la deriva sobre océanos sin límite bajo cielos siniestros cubiertos de nubes grises que los relámpagos desgarran en múltiples fiestas que resuenan con histéricos alaridos con gemidos de demonios que surgen de las aguas verdosas vi lanzado como un ciervo a través de la bóveda de la inmemorial espesura originaria donde los robles sienten la presencia que avanza y aceite allá donde ningún espíritu osa aventurarse y huyo de algo que me rodea y sonríe obscenamente entre las ramas que se extienden en lo alto deambulado por montañas sobrada tapas de cavernas que surgen estériles y desoladas en la llanura he bebido de fuentes en ponzoñosas de ranas que fluyen mansamente hacia el mar y las marismas y el ardientes y excreta bles ciénagas he visto cosas me guardaré de no volver a ver es contemplado el inmenso palacio cubierto de cera hollado sus estancias deshabitadas donde la luna se eleva por encima de los baches e ilumina las criaturas estampadas en los tapices de los muros extrañas figuras entretejidas de forma incongruente que no soporto recordar sumido en el asombro escrutado desde los ventanales las macilenta praderas del entorno el pueblo de múltiples tejados abatido por la maldición de una tierra ceñida de sepulcros y desde la hilera de las blancas urnas de mármol persigo ansiosamente la erupción de un sonido frecuentado las tumbas de los siglos en brazos del miedo es transportado allá donde se desencadena el vómito de humo del erebo donde las altas cumbres se ciernen nevadas y sombrías y en los reinos donde el sol del desierto consume aquellos que jamás jamás volver a animarse yo era viejo cuando los primeros faraones ascendieron al trono en cananas dejé más a orillas del nilo yo era viejo en aquella época sin calculado