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Meditaciones breves del Evangelio diario
Jueves V de Cuaresma

Jueves V de Cuaresma 2c2e70

10/4/2025 · 04:02
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Meditaciones breves del Evangelio diario

Descripción de Jueves V de Cuaresma s1e1x

Jesús revela, de manera progresiva, su identidad divina. La frase que pronuncia al inicio —“quien guarda mi palabra no verá la muerte jamás”— desconcierta a sus oyentes, quienes le recuerdan que incluso Abraham y los profetas murieron. 2z4hw

Lee el podcast de Jueves V de Cuaresma

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Del Evangelio de Juan.

En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos, en verdad, en verdad os digo, si alguno guarda mi palabra, no verá la muerte jamás.

Le dijeron los judíos.

Ahora estamos seguros de que tienes un demonio.

Abraham murió y también los profetas.

Y tú dices, si alguno guarda mi palabra, no probará la muerte jamás.

¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham que murió? También los profetas murieron.

¿Por quién te tienes a ti mismo? Jesús respondió, si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada.

Es mi padre quien me glorifica, de quien vosotros decís, Él es nuestro Dios.

Y sin embargo, no le conocéis.

Yo sí que le conozco.

Y si dijera que no le conozco, sería un mentiroso como vosotros.

Pero yo le conozco y guardo su palabra.

Vuestro padre Abraham se regocijó pensando en ver mi día.

Lo vio y se alegró.

Entonces los judíos le dijeron, ¿aún no tienes 50 años y has visto a Abraham? Jesús le respondió, en verdad, en verdad os digo, antes de que Abraham existiera, yo soy.

Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

Jesús revela de manera progresiva su identidad divina.

La frase que pronuncia al inicio, quien guarda mi palabra no verá la muerte jamás, desconcierta a sus oyentes, quienes le recuerdan que incluso Abraham y los profetas murieron.

La confusión de sus interlocutores nace de una lectura puramente humana y literal, mientras que Jesús habla de una vida eterna que supera la muerte física.

Él se refiere a una muerte espiritual, a la separación definitiva de Dios.

Quien guarda su palabra, es decir, quien la acoge, la cree y la vive, entra ya en la comunión con el Dios vivo y, por tanto, participa de su vida eterna.

El punto culminante del pasaje llega cuando Jesús dice, antes de que Abraham existiera, yo soy.

Aquí Jesús no sólo se pone por encima de Abraham, sino que usa el nombre con el que Dios se reveló a Moisés en la zarza ardiente, yo soy.

Esta afirmación es un acto claro de revelación de su divinidad.

Por eso los judíos toman piedras para apedrearlo, abusándolo de blasfemia, pues a sus ojos un hombre no podía proclamarse igual a Dios.

El texto nos llama a reconocer a Jesús como el hijo eterno de Dios, que no sólo enseña la verdad, sino que es la verdad con mayúscula, que no sólo da vida, sino que es la vida con mayúsculas.

Jesús nos ofrece una promesa poderosa.

Si guardamos su palabra, no veremos la muerte para siempre.

¿La creemos de verdad? ¿Confiamos en que su palabra es vida eterna? Muchas veces el miedo a la muerte, al sufrimiento, al futuro puede paralizarnos, pero Jesús nos asegura que la última palabra la tiene Él, y es una palabra de vida y de esperanza.

El desafío para nosotros es guardar su palabra, vivirla cada día, hacer de ella nuestro alimento.

Guardar su palabra es escucharla con el corazón, ponerla en práctica, dejar que transforme nuestros pensamientos y decisiones.

También estamos llamados a contemplar a Jesús en su identidad más profunda, no sólo como maestro, sino como el Yo Soy, el Dios con nosotros, el que existía desde antes de todo tiempo, y esto debe llenar nuestro corazón de adoración, humildad y gratitud.

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