
Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Jueves, 29 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist 3e103c
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Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Jueves, 29 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist, párroco de la iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, de Boadilla del Monte (Madrid) n6o1k
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Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María me consagra tu corazón.
Me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.
Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Bispo y sus intenciones, por nuestro Padre y por sus intenciones, oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti.
Y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón.
Una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya.
Amén.
Nuestra Señora de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Vamos a lanzarnos en este día en el que se cumplen 40 días desde que empezamos el camino de conversión en la Pascua.
Vamos a pedirle al Señor, de verdad, que digamos una amistad seria con Él, que podamos de verdad decir Jesús es amigo mío, nos conocemos, hay una intimidad, una relación de amistad profunda entre ambos y de verdad nos conocemos, es verdad que nosotros hemos prolongado tres días más la Pascua hasta el domingo, pero ya estamos en ambiente, de hecho estamos calentando ya para Pentecostés, pero estamos ya en ambiente cerrado, ese tiempo de preparación del encuentro de la vida, de la vida resucitada, de la vida de encontrarse permanentemente con Cristo.
Dice la oración colecta así, oh Dios que nos haces partícipes de la redención, concédenos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo, nos haces partícipes de la redención, tomamos parte de este pueblo redimido, pueblo de los que han entrado ya en Timisías, en la vida eterna en el cielo, eso es la redención, somos el pueblo de la redención, tú que nos haces partícipes de la redención, hemos tomado parte en la redención, tomamos parte de hecho, no sólo como beneficiarios de la redención, sino como colaboradores en la redención, eso que decía el Padre Mirzal y que repetimos tanto, todo redimido por Cristo es redentor con Cristo, si yo me tomo en serio mi vida y veo lo que Jesús ha hecho conmigo, no puedo menos que colaborar con Él, y lanzarme yo también a la conquista de corazones para el cielo, de gente para el cielo, hacer vivir a la gente anticipadamente el gozo de la vida eterna, o Dios que nos has hecho partícipes de la redención, concedernos vivir siempre la alegría de la resurrección de tu Hijo, o sea, no es buscar puntualmente momentos de resurrección, buscar puntualmente momentos de alegría, sino vivir siempre la alegría de la resurrección, eso me parece que es una garantía de felicidad, porque ahí ves la alegría de la resurrección, no la alegría de que todas las cosas van bien, no la alegría de que se han alineado los astros, no la alegría de quien reivindica un merecimiento, no, es la alegría de la resurrección, el gozo de la resurrección, saber que mi vida no está abocada a la muerte, ni dominada por el pecado, que la última palabra en mi vida no la tiene el mal, sino la tiene Dios, concedernos vivir siempre la alegría de la resurrección, sabiendo que mi vida le pertenece, que mi vida le merece la pena, que mi vida el Señor goza con ella, que Dios me quiere, pero que Dios me quiere con un amor que vence la muerte, que hace que por mucho que yo experimente la fuerza del pecado, la fuerza de la maldad, la fuerza de la muerte o de la enfermedad, por mucho que lo experimente, sin embargo sepa que la última palabra la tiene siempre el amor de Dios, y por eso nadie podrá ponerse por encima de ese amor de Dios, ni siquiera la muerte, esto es tan impresionante, por mucho que la evidencia manifieste que la muerte es lo último, lo último es la resurrección, el triunfo de Dios, y en mi vida también, no vale solo decirlo como una teoría, sino como una realidad, en mi vida también, siempre.
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