Miércoles V de Cuaresma 6f1o1q

Del Evangelio de Juan.

En aquel tiempo Jesús dijo a los judíos que habían creído en él.

Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Ellos le respondieron, nosotros somos descendencia de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie.

¿Cómo dices tú, os haréis libres? Jesús le respondió, en verdad, en verdad os digo, todo el que comete pecado es un esclavo, y el esclavo no se queda en casa para siempre, mientras el hijo se queda para siempre.

Si pues el hijo os da la verdad, seréis realmente libres.

Ya sé que sois descendencia de Abraham, pero tratáis de matarme, porque mi palabra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi padre, y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre.

Jesús habla a aquellos que ya habían creído en él, pero su fe inicial necesitaba madurar.

Por eso los invita a permanecer en su palabra, es decir, a vivir en una relación constante y transformadora con él.

Permanecer implica fidelidad, perseverancia, comunión.

Sólo así, dice Jesús, uno se convierte en verdadero discípulo.

La promesa que sigue es una de las más citadas del Evangelio.

Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Pero esta verdad no es sólo un concepto, es una persona.

Jesús mismo, que dirá más adelante, yo soy el camino, la verdad y la vida.

Los interlocutores de Jesús no comprenden el alcance de sus palabras.

Aluden a su herencia como descendientes de Abraham, y afirman que nunca han sido esclavos, pero Jesús señala una esclavitud más profunda, la del pecado.

Esta esclavitud es sutil, pero real.

El pecado no sólo es una acción mala, es una fuerza que rompe la libertad interior y que nos aleja de Dios.

Jesús, como hijo, es el único que puede liberar verdaderamente.

Él tiene un lugar permanente en la casa del Padre y ha venido a liberarnos, no con ideas, sino con su vida, su entrega, su cruz y su resurrección.

Nos interpela con fuerza.

¿Qué significa para mí ser libre? ¿Busco la verdad que Cristo me ofrece? Muchas veces creemos que la libertad es hacer lo que queramos, pero Jesús nos revela que la verdadera libertad nace del amor y de la verdad.

Sólo cuando el corazón está en paz con Dios, cuando vive en la luz de Cristo, somos verdaderamente libres.

El pecado esclaviza porque nos encierra en nosotros mismos, nos hace reaccionar desde el orgullo, desde la envidia, el miedo, la culpa.

En cambio Jesús nos libera con su palabra, con su perdón, con su misericordia.

Permanecer en él nos da una identidad nueva.

Ya no somos esclavos, sino hijos.

Y ser hijos es vivir confiados en el amor del Padre, sabiendo que nuestra vida está en manos seguras.

No necesitamos aparentar, no necesitamos buscar fuera lo que sólo Dios puede darnos.