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No te lo quería decir, hoy hablaremos de El Conde Drácula.

Bienvenidos al capítulo 11 de No te lo quería decir, en el que repasamos la vida de uno de los personajes más influyentes, seductores y malinterpretados de la cultura universal, el Conde Drácula.

Creado por Graham Stoker en 1897, Drácula no tardó en escapar de las páginas para instalarse en nuestra imaginación colectiva.

Inspirado parcialmente en Vlad el Emperador, el Conde rumano convirtió el castillo, la capa y los colmillos en emblemas del terror.

Desde su primera aparición, Drácula ha sido reinventado, parodeado, temido y deseado.

Ha sido aristócrata, monstruo, galán, sombra e incluso superhéroe.

Ha hablado con acento húngaro, francés e inglés, pero siempre ha sido lo mismo, un reflejo o su ausencia de nuestros miedos más íntimos.

Drácula no solo bebe sangre, se alimenta del tiempo, de la repetición, de lo que nunca muere del todo.

Y por eso sigue aquí, acechando en libros, películas, series y cómics.

Hoy intentamos entender por qué seguimos volviendo a él.

¿Qué nos dice este personaje sobre el deseo y sobre la inmortalidad? ¡Comenzamos! Siempre empiezo esta disertación, siempre la empiezo un poco igual, y es contando quién es el personaje en cuestión, en lo que a mí me parece y lo que entiendo que es la trascendencia de cada personaje de la que hablamos, a lo que a nosotros nos haya podido aportar, representar, lo que intento ser consecuente con el pensamiento general del personaje.

O sea, vamos a ver qué piensa la humanidad de Drácula para iniciar un podcast.

Pero como bien sabéis, cuando hablamos en este podcast de un personaje, lo hablamos no solo porque sea un personaje que iramos, que entendemos como parte de la cultura de la que sea, de la nuestra, sino porque muchas veces, muchas veces o todas, el personaje del que hablamos en esta mesa, sabemos cosas que… bueno, me enrollo, me enrollo, pero ya me entendéis.

Lo que pasa con Drácula es que Drácula es un personaje con una representación muy grande del mal, sometido a altos propósitos, y es de cómo una persona se convierte en lo malo que conocemos de esa persona, y muchas veces intentamos explicar de dónde viene, intentamos explicar de que el propósito de que esta persona se ha vuelto mala, o tiene estas características, por algo de dónde viene.

Pero en el caso de Drácula ya lo conocemos.

En el caso de Drácula, Drácula sabemos que es el personaje más terrible de la historia de la humanidad.

Es que no sé cuál puede ser el segundo más terrible.

Es que no creo que haya otro más terrible que Drácula.

No sé yo, ahora mismo.

Y además, como representación del mal, ¿no? Pero sabemos que Drácula viene de un lugar que tiene que ver con el absoluto amor.

Y cuando hablamos de Drácula, sabemos que Drácula tiene todas las connotaciones negativas y demoníacas viniendo del amor más absoluto.

Drácula era un defensor de la justicia, de la lealtad, de los pobres, de lo que fuera.

Peleó hasta la extenuación, jugándose la vida y haciendo cosas con las que no estaba de acuerdo por favorecer a aquellos a los que consideraba que tenía que defender.

Y esto lo mezcló con un amor infinito como no ha habido en la historia de la humanidad, el amor más profundo y más grande que se haya conocido.

Y muchas veces pasa que de los más altos valores y de los más altos principios y de los más altos objetivos, al aquello no funcionar, nos convertimos en el más alto, en el más profundo de nuestros demonios.

Y Drácula es una persona que queriendo ser y siendo lo más elevado y lo más cercano a la virtud acabó convirtiéndose en el mayor representante de la maldad.

Y eso que es verdad, y que todos sabemos de dónde viene, hay que catalogarlo.