Nuestro Aperitivo nos propone una visita al Querote, un paseo por el Toledo Matsuri y una propuesta de fisios y flamenco 476749

Vamos, que llegamos tarde. ¿A dónde? Al aperitivo. ¿A qué hora es? Los miércoles a las 12 y cuarto. ¿Con quién? Con Ana. ¿Dónde? En Radio Santa María de Toledo.

Así, los miércoles a las 12 y cuarto, el aperitivo con Ana Isabel Jiménez. ¡No te lo pierdas! En 1605, fray José de Sigüenza escribió sobre el Martirio de San Mauricio, que el greco pintó en 1580.

No le contentó a su majestad, porque contenta a pocos, aunque dicen es de mucho arte y que su autor sabe mucho.

A Felipe II no le gustaba la forma de pintar del cretense. Así lo insinúa el conocido comentario, y esta debió de ser una de las razones por las que eligió Toledo como residencia.

Aquí llegó en 1577 y aquí murió en 1614, y entre una fecha y otra realizó sus obras de madurez, cuando el uso simbólico de la luz desnaturaliza las formas hasta desembocar en un estilo tan propio como original.

En Toledo encontró la manera de demostrar al mundo su arte y su genio.

Recibió entonces el encargo de ocuparse de los retablos del monasterio de Santo Domingo el Antiguo, nueve pinturas que concluyó en 1579, provocando la iración de todo el que las contemplaba.

Cuatro siglos y medio han pasado desde entonces. Solo tres de ellas permanecen en la iglesia, porque en 1830 comenzó una diáspora que se alargó hasta bien entrado el siglo XX.

Por ello, la oportunidad es única. El Museo del Prado ha conseguido reunir ocho de las nueve pinturas en una muestra hasta el 15 de junio.

Semejante acontecimiento, había que celebrarlo a lo grande.

La orella del músico es como el hoyo del pintor, anotó el cretense en los márgenes de un libro de arquitectura de Vitruvio, que guardaba en su biblioteca personal y ahora custodia a la Biblioteca Nacional.

No podía elegirse mejor título para el concierto que el 14 de marzo tuvo lugar en el Prado.

La comparación entre el oído del músico y el ojo del pintor para recorrer a través de las piezas interpretadas por el ensamble musical La Violondrina, el espacio vital del greco desde su llegada a Venecia hasta sus primeros años en Toledo.

Detrás de semejante reto, el musicólogo toledano Carlos Martínez Gil, que hace vivir al público momentos únicos, como escuchar una pieza recuperada por él de un manuscrito de canto llano del monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, del 16 al 21, como si no hubiese pasado el tiempo, como si el greco estuviese paseándose entre las butacas del auditorio de este viernes, en que música y pintura fueron solo una.

Así hemos comenzado este aperitivo con este texto de nuestra compañera Teresa Martín Tadeo, que podrán leer el domingo en Padre Nuestro, hablando de esa aventura del greco y esa aventura que emprendieron juntos Carlos Martínez Gil y Teresa Martín Tadeo, y que se escenificó el pasado 14 de marzo en el Museo del Greco.

Pero queremos también y tenemos también muy presente en nuestro corazón a los cinco mineros y a sus familias que murieron el pasado lunes en la mina.

A esta hora comienza la misa funeral en León y este es el himno de los mineros.