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Descripción de PÉTALOS EN LOS LABIOS. 2r5326
PÉTALOS EN LOS LABIOS- TRAS LA SONRISA DE NÁCAR Y LA PALABRA ADECUADA VESTIDA DE MAR Y FLORES SE MUEVE POR LAS ACERAS LE DAN PROMESAS DE AYER Y SE MUEVE POR MAÑANAS MIRANDO TRAS LAS VENTANAS AL TREN QUE SIEMPRE SE ESCAPA SE PATEA LAS MANZANAS DE ADAN Y LAS DE SU BARRIO ROZANDOSE EN LOS RECUERDOS COMO PERRO EN LAS ESQUINAS PUÑALADAS EN EL ALMA, UN ADIOS MEDIO DE MIMBRE Y LAS ESQUIVAS MIRADAS QUE SE ALEJAN CON EL TIMBRE DE VOZ, QUE NO QUIERE QUE NO PUEDE QUE NO LE INTERESA A NADIE DANDOLE UN PORTAZO AL SOL CON LA PUERTA DE SU ARMARIO CON LA SUAVIDAD QUE DAN MIL PETALOS EN LOS LABIOS. YA NO ESTÁ SOLO SU AROMA LA CORTEZA DE SU PIEL, NI EL AMOR QUE SE LE ASOMA AL QUICIO DE SU VENTANA MIENTRAS MIRA LAS MANZANAS DE ADAN O LAS DE SU BARRIO ROZANDOSE EN LOS RECUERDOS COMO PERRO EN LAS ESQUINAS RELAMIENDOSE LA VIDA SE LE ANTOJAN LOS RETALES DE VESTIDOS DEL BAUL LAS PLUMAS DE LOS SOMREROS IMAGINA QUE EL ORIENTE HA SEMBRADO LOS COLORES COLGADOS DE LAS PARECES COMO SEDAS DESHONESTAS EL SE COLOCA AL ESPEJO SIENDO LA REINA DE SABA Y LE RODEAN MIL HADAS QUE SON LA CORTE DE UN REY REY, REINA, DIOSA O DONCELLA NO LE IMPORTA LO QUE FUERA SOLO EL AMOR QUE DESEA LO IMAGINA ENTRE SUS BRAZOS DANDOLE UN PORTAZO AL SOL UNA ORACION A DIARIO CON EL SILENCIO QUE DAN MIL PÉTALOS EN LOS LABIOS. Chema Muñoz© 4m5w1h
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
De Chema Muñoz, pétalos en los labios.
Tras la sonrisa de nácar y la palabra adecuada, vestida de mar y flores se mueve por las aceras.
Se dan promesas de ayer y se mueve por mañanas mirando tras las ventanas al tren, que siempre se escapa.
Se patea las manzanas de Adán y las de su barrio rozándose en los recuerdos como perro en las esquinas, puñaladas en el alma.
Un adiós medio de mimbre y las esquivas miradas que se alejan con el timbre de voz que no quiere, que no puede, que no le interesa a nadie.
Dándole un portazo al sol con la puerta de su armario, con la suavidad que dan mil pétalos en los labios.
No está sólo su aroma, la corteza de su piel ni el amor que se le asoma al quicio de su ventana.
Mientras mira las manzanas de Adán o las de su barrio rozándose en los recuerdos como perro en las esquinas, relamiéndose la vida, se le antojan los retales de vestidos del baúl, las plumas de los sombreros.
Imagina que el oriente ha sembrado los colores colgados de las paredes como sedas deshonestas.
Él se coloca al espejo, siendo la reina de Saba, y le rodean mil hadas que son la corte de un rey, rey, reina, diosa o doncella.
No le importa lo que fuera, sólo el amor que desea lo imagina entre sus brazos.
Dándole un portazo al sol, una oración a diario, con el silencio que dan mil pétalos en los labios.
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