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EN EL SILENCIO DEDL VOLCÁN 19 El volcán más parece una superficie enferma donde viven especies de una deforme historia, adherida a la mano de viñas y tabaibas entre aulagas y arbustos esbozando paisajes. Los aires que rodean lo engrandecen de alisios esos vientos calientes que vienen y se van rozándole en la piel. Los charcos se filtran a lo oculto dándole a las cuevas el olor nauseabundo trayendo a la intemperie partículas de su alma. Sus brazos se perfilan en los tiempos antiguos túmulos de sarcófagos de antorchas y de plata que siempre lo iluminan y duerme la esperanza cuando la cumbre canta. Impasible y en paz en túmulos de mármol, los golpes eternos, injustos, y tristes de cenizas de humos y memorias. Sobrevivo en susurros y nieve en mi corona, con secretos, y mudo por no ensuciar el cielo, mi bostezo es de azufre mortal para las aves y alimento de infiernos. Me deshago en el verde que estremece a la muerte y palpita en mí esencias infinitas transformándose en ocre rincones y barrancos, sereno se levanta, como un gigante vivo esa humareda oscura constante, latido de un temblor. Me nacen obsidianas, son verdes noche y día liberación constante bajo rayos del sol. Chema Muñoz© 1g2u2e
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En el silencio del volcán XIX Por Chema Muñoz El volcán más parece una superficie enferma, donde viven especies de una deforme historia, adherida a la mano de viñas y tabaibas entre aulagas y arbustos, esbozando paisajes.
Los aires que rodean lo engrandecen de alisios.
Esos vientos calientes que vienen y se van rozándole la piel.
Los charcos se filtran a lo oculto, dándole a las cuevas el olor nauseabundo, trayendo a la intemperie particular de su alma.
Sus brazos se perfilan en los tiempos antiguos, túmulos de sarcófagos de antorchas y de plata, que siempre lo iluminan y duermen la esperanza, cuando la cumbre canta.
Impasible y en paz, en túmulos de mármol, los golpes eternos, injustos, y tristes de ceniza, de humos y memorias.
Sobrevivo en susurros y nieve en mi corona.
Con secretos y mudo por no ensuciar el cielo, mi bostezo es de azufre mortal para las aves y alimento de infiernos.
Me deshago en el verde que estremece a la muerte y palpita en mi esencia infinita, transformándose en ocre, rincones y barrancos.
Sereno se levanta cuando, como un gigante vivo, esa humareda oscura constante latido de un temblor me nace en obsidianas.
Son verdes noche y día.
Liberación constante bajo rayos del sol.
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