Ernesto Olvera - Locutor - 2q6d4m

lavio Claudio Juliano, el emperador que resucitó a los dioses olímpicos, el último gran gobernante de Roma que se negó en rotundo a que la nueva fe cristiana substituyera la milenaria y ancestral cultura y religión que tanta grandeza había dado a la civilización fundada por Rómulo. Alabado por pocos y denostado por muchos, no en vano ha pasado a la historia simplemente como Juliano el Apóstata. Su breve mandato fue un impedimento para que explotara todo el potencial de este singular personaje en la historia de Roma. El último emperador guerrero, el último emperador filósofo.

Roma, una pequeña confederación de tribus y pueblos que poco a poco fueron creciendo hasta consolidar una idiosincrasia propia y en pocas centurias la consiguieron extender hasta todos los confines del mundo antiguo. Los más de mil años de existencia de Roma se dividen en tres fases claramente diferenciadas entre si según la forma en que se estructuraba y repartía el poder. Primero fue la monarquía, con sus siete reyes, un periodo que comienza a mediados del siglo VIII antes de nuestra era y que perduró por poco más de 200 años. Después vino la era republicana, casi cinco siglos de historia, batallas y luchas políticas que un tal Julio César finiquitó, sentando las bases del imperio romano.

Una figura inigualable en la historia antigua, medieval y moderna. Todos los reinos del mundo conocido, desde Corea hasta Castilla supieron de las gestas y hazañas de aquél extraño líder mongol surgido desde las más recónditas e ignotas estepas. Gengis Kan se mostró feroz e implacable con sus enemigos. Arrasaba hasta los cimientos cuantas ciudades se interpusieran en su ansiado sueño. Convertirse en amo y señor del mundo entero. Esta es es la historia de un heredero sin reino, un niño que se sobrepuso a las adversidades de la dura vida en las estepas hasta llegar a gobernar el mayor imperio terrestre de todos los tiempos. 24 millones de kilómetros cuadrados. Desde Pekín hasta Novgorod llegando casi a las puertas de Bagdad.

Hablar del emperador Heraclio es sinónimo de retrotraerse a una de las épocas más épicas y heroicas en toda la historia del imperio Bizantino. Heraclio fue un emperador fuerte y decidido. En sus enérgicas campañas contra los sasánidas consiguió recuperar reliquias de un alto valor moral y sentimental para su pueblo. Nos referimos a 300 estandartes pertenecientes a las legiones del extinto imperio romano de occidente además de la Vera Cruz, la mismísima cruz donde según cuenta la tradición cristiana fue martirizado Jesucristo.