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La preñada y el vecino. Alina explica las aventuras con su vecino mayor cuando estaba embarazada si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex 264at
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Ahora sí, comencemos.
La preñada y el vecino
Aline explica las aventuras con su vecino mayor cuando estaba embarazada.
Manuel estaba sentado al borde de la cama echando un pitillo, desnudo, mirándola con amor.
Su polla ya estaba flácida y resplandecía a la luz de la lamparilla de la mesita, fruto de los jugos que aún conservaba.
Una mano la hizo salir de su embelezamiento con su novio y le giró la cara para dejar de mirarlo y le comieron la boca.
¡Ah, ah!
Gemía Luis, un amigo suyo, entre besos, follándola.
¡Uf, no aguanto más!
Le tenía una pierna levantada y amasaba las tetas a la vez que la penetraba con furia.
Manuel cambió de mano el pitillo y sonriendo metió la mano entre los dos cuerpos buscando su clítoris y masajeándolo con suavidad.
¡M-M-M-M-M-M! ¡Así mi amor!
Se dijo al sentir el placer del orgasmo y mirándolo con agradecimiento.
Deo, ahora, indicó a su amigo que la metió varias veces más rápido y se vació dentro de ella.
Alina se quedó estirada un rato más boqueando relajada, bien sudada.
Luez se levantó con la polla aún dura y se fue a la ventana, cerca de Manuel.
Le pidió un pitillo y ambos fumaron con calma.
Me voy a ir que mañana nos vamos de paseo con los niños, dijo Luez.
Ah, responsabilidades, es lo que tiene, ya te dije lo que te venía encima, le dio una palmada en la espalda.
Luez había empezado a salir con una divorciada con hijos, muy maja pero tenía una bonita mochila con la que cargar.
Apuró el pitillo, chocaron la mano y volvió al lado de Alina, que ya se había recostado y secado el coño.
Le acarició el muslo cuando se hubo puesto los calzoncillos y pantalones, recogiendo a la par la camiseta, todo lo que tenía amontonado al lado de la cama.
Gracias corazón, indicó dándole un beso en la frente, así da gusto venir a cenar.
Desapareció Raudor y oyeron la puerta cerrarse con suavidad para no despertar a la niña.
Manuel se tumbó a su lado y la besó, preparándose para dormir ya metido entre las sábanas.
—¿No quieres otro? le preguntó animosa Alina, te dejo por detrás si quieres.
—¿Otro? exclamó Manuel.
La pequeña se durmió a eso de las nueve, cenaron rápido y desde entonces estuvieron follando como conejos, y ya pasaban de las dos y media.
Él al menos se había corrido dos veces, Luis también un par,
y aunque no llevaba la cuenta Alina habría encadenado también sus buenos cuatro o cinco orgasmos.
Había comido polla, le habían comido el chichi, la habían follado primero en el sofá,
luego en la cama turnándose, se había hinchado a macho pero aún seguía algo caliente.
Él se ofreció a hacerle otro dedo pero al mirar el reloj le vino el sueño de golpe.
—Tiene razón, mañana es sábado, habrá tiempo para continuar.
—¿No estarás preñada de nuevo? le dijo haciéndose un ovillo con las sábanas,
llevas unos días que ni cuando te quedaste.
—¿Qué va?
—Además, no fue para tanto, intentó recordar.
—Vamos que no, exclamó, ¿no te acuerdas?
Me hacías joderte tres y cuatro veces al día, y eso a mí, con otros no sé cuántos echarías.
Me daba un yuyu dejarte sola en casa.
—¿Pero qué dices?
—¿Estás loco? Alina intentó recordar y cayó en su secretito sonriendo.
—Ya, eso dices tú, se acabó de girar y se quedó dormido dejándola con los recuerdos,
pero fijo que te cardabas a alguien cada día y no me lo contabas, como el vecino que teníamos
de alquiler al lado, que siempre que charlaba contigo iba con una cara de tonto.
—Te lo hubiera contado y lo sabes, le dio un beso de buenas noches y se quedó pensando.
Estaría de cinco o seis meses. Ya tenía una panza prominente y gracias a las náuseas se
había quedado hecha un figurín, si no fuera por el bicho que tenía dentro se diría que estaba hasta
buena. Piel radiante y tersa por sus añitos de menos y las hormonas, las piernas más delgadas,
los pechos más grandes y firmes, el culo grande pero duro. También, como decía, ya fuera por los
anteriores meses de pocas ganas y deseo contenido o por las drogas generadas por su cuerpo estaba
siempre caliente. Pero mucho. Y cuando decimos mucho decimos nivel ninfómana, alto incluso
para nuestra caliente Alina. Como había cogido la baja porque su trabajo pertenecía a la clase
de tóxicos que pueden afectar al feto, tenía tiempo libre que ocupaba mayormente a limpiar
la casa, preparar comidas, buscar cosas para la habitación de la niña o amobiliario y ropa por
internet. A su novio lo tenía seco, lo hacía follarla como poco cada noche a grito pelado.
Además solía esperar que volviera del trabajo casi desnuda o con algún modelito para que le
diera un rapidín y siempre le hacía que la recordara cuando se iba dándole ración de
coño mojado. Es para ir dilatando solía decirle. También se hacía dedos a diestro y siniestro.
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