Programa 9 Olé 21461k

Mi país es donde quiero volver.

Mi país es el lugar donde están los míos.

Es donde hago planes y deshago maletas.

Son los primeros números que siempre marco al aterrizar.

Mi país es siempre origen de todo lo bueno, de todo lo que me llena tanto que no ocupa nada.

Es la zona caliente de la cama, el suelo mojado al entrar en la ducha o una tarde entera sin hacer nada en el sofá.

Por eso mi país no tiene ni fronteras, ni idiomas, ni inmigración.

Aquí nadie es extranjero porque todo el mundo es local.

Por no tener, no tenemos ni sitio fijo, pues siempre depende de dónde están los demás.

Bienvenidos a la república interdependiente de mi casa.

Bienvenidos al Chester.

Olé.

Arrancamos el Chester de hoy hablando de nuestro país, sea lo que sea que eso significa, y lo hacemos con un famosísimo guionista, actor y productor de la saga más rentable de la historia de nuestro cine.

Gracias a ella, España se ha conocido, reconocido y ha sabido reírse de sí misma durante casi dos décadas.

Y yo aún no tengo claro si fue una radiografía, una caricatura o una crítica social.

Hoy descubrimos cómo es cuando no está de promo el hombre que nos enseñó a hacer promo con una simple camiseta.

España, qué bello país.

Qué lugar tan maravilloso y privilegiado.

Qué maravilla.

¿Y por qué digo esto? Quizás porque es el país que me ha visto nacer.

Quizás si yo hubiese nacido, por ejemplo, en Francia, diría lo mismo o diría que es una... una mierda.

No sé.

¡Santiago Segura! ¡Aplausos! ¡Aplausos! ¡Aplausos! ¡Aplausos! ¡A mis brazos! ¿Qué tal? ¿Cómo estás, Risto? ¡Bienvenido! ¿Qué tal? Muchas gracias. Gracias, distinguido público.

¡Bienvenido al Chester! Amable público.

Gracias.

Bienvenido. Oye, ¿cómo estás, tío? A ver, hay que decirlo, hemos estado persiguiéndonos, persiguiéndote, porque has tenido hace poco un tema médico.

Sí.

Era una hernia en Guinal, y entonces no podía andar casi.

Andaba como... como así a...

Un poco chiquito.

Sí.

Y, bueno, me sigué tirando, pero una vez tirado en el Chester...

¿Estás bien? ¿Estás cómodo ahí? Estoy bien. Sí, sí. Mientras no me mueva mucho...

Vale, tranquilo.

Si no llegase por la hernia, hubiera venido bailando, porque me habéis puesto esta canción de Dean Martin muy bien.

Claro, además sabemos que tú, Dean Martin, Frank Sinatra...

Me encanta.

Y es que cuando me mandaste me dijiste...

Oye, ¿estás invitado al Chester? Que dije yo, cabrón, invítame a cenar, no me invites al Chester.

Esto es una putada.

Es que esto del Chester...

Pero te invitará a las dos cosas.

Ah, vale, bueno.

Te puede invitar a las dos cosas. Sí, sí, es verdad.

No, de verdad, nos haces felices.

Es que yo antes me encantaba hablar.

Y en televisión más.

¿Sabes lo bonito que te escucha? No.

¿Por qué? Porque, por si acaso, la cago.

Sí, sí. ¿Tú? Yo, ¿el qué más? Sí, yo la cago fácilmente.

¿Sabes lo que pasa? Yo siempre...

Nunca me ha importado decir burradas o pensar lo que pensaba, porque es que, además, ni siquiera yo mismo sé si lo que pienso lo voy a pensar mañana.

O sea, que creo que la mente cambia, somos organismos evolutivos, que evolucionamos, que somos muy cambiantes.

Pero ahora parece como que te agarran cualquier frase que dices o cualquier concepto que dices que, a lo mejor, ni siquiera lo has madurado porque estás hablando en una entrevista televisiva, no estás midiendo las palabras.

Y entonces eso lo pueden sacar en Twitter o en las redes sociales y es como una especie como para lincharte o para bofetearte con ellos.

Creo que vivimos un momento de crispación que no me gusta mucho.

O sea, que te autocensuras por lo que pueda llegar a ser interpretado lo que digas.

No estoy de acuerdo.