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Las LLamas del Pecado
Seduciendo a un extraño. Capítulo 3

Seduciendo a un extraño. Capítulo 3 6t193r

18/3/2025 · 01:39:57
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Las LLamas del Pecado

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La pareja desata con Javier sus mas bajos instintos. _____________________________________________ Hola! Ayúdame uniéndote a Ivoox desde los siguientes enlaces: * Anual https://www.ivoox.vip/?-code=c7cb5289b6e940372f0f816d1de4fe6e * Mensual https://www.ivoox.vip/?-code=9af38537eef891dabb408d0e292f3c38 *Plus https://www.ivoox.vip/plus?-code=208ff5ca551218eda9d25aad9113bc8c 5h4ab

Lee el podcast de Seduciendo a un extraño. Capítulo 3

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Las llamas del pecado, tu programa de relatos eróticos más caliente en español.

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Hoy presentamos, Seduciendo a un extraño.

Capítulo 3 ¿Cómo estás? Le preguntó el cogiendo su mano para darle un beso en el dorso.

Bien, estoy bien, aunque un poco avergonzada por lo que hemos hecho.

Lo siento cariño, no lo he podido evitar, queréis que me vaya, ¿no? Que esté avergonzada no quiere decir que no lo haya disfrutado.

Quizás no esté preparada aún para otras cosas Javier, quizás más adelante, pero ahora no quiero que te vayas así, deja que te ayude a desahogarte y te haga una paja.

No hace falta, de verdad, además no sé qué piensa Diego de todo esto.

Me dijo. Ana tiene toda la libertad para proceder como quiera.

Mira Javier, yo no me voy a oponer, es más Ana sabe que deseo que tenga sexo contigo y yo verlo, no me preguntes por qué lo consiento porque ni yo mismo lo sé, así que no te vayas y deja que ella te haga una paja para que te relajes. Él no hizo más comentarios y se quitó el bóxer.

Desnúdate tú también cariño, me dijo ella y eso hice sin saber por qué me lo pedía, poneros los dos de pie frente a mí y tú quítate la camiseta.

Se sentó en el borde de la cama y los dos nos pusimos delante de Ana totalmente desnudos y con las pollas erectas. Ana me las cogió a mí con la mano izquierda y él con la derecha y comenzó a pajearnos muy despacio. Luego acercó su boca a mi polla y me hizo una mamada en toda regla. Al poco la cambió por la de Javier no dejando ya de chupárnosla un rato a cada uno. ¿Tú dónde te quieres correr? Me dijo a mí. ¿Yo? Dentro de ti, me gustaría follarte ahora mismo. ¿Y tú? Le preguntó a él. Yo si no puedo ser dentro, en tu boca.

¿Tantas ganas tienes de hacerlo? ¿De follarme? Muchas, pero sé que hoy no toca, no te preocupes que yo soy muy feliz con lo que me estás haciendo. ¿Te gusta cómo te la chupo? Me encanta y si queréis, folla con Diego mientras me la chupas a mí.

Vale así, os dejo contento a los dos. Se echó en la cama boca arriba, entonces se quitó el tanga dejándonos ver su hermoso coño y aquel clítoris que parecía un micropene. Yo me coloqué encima de ella para restregarle mi glande varias veces en su raja, hasta que lo coloqué en su entrada y se la metí poco a poco hasta el final, ante la mirada de lujuria de Javier que se pajeaba muy suavemente. Él se echó a su lado y estuvo un buen rato amasando y chupando sus hermosas tetas, luego bajó su mano aquel clítoris y lo estuvo acariciando algo extrañado por la forma que tenía. De vez en cuando arreciaba en sus caricias, después bajó algo más y ante mi incredulidad metió un dedo en su coño junto con mi polla.

Los gemidos de Ana eran muy fuertes y él acercó su cara a la de ella para besarle la mejilla, el cuello y por fin le dio un pico en la boca. Luego miró a ella que no decía nada, a continuación levantó la cara para mirarme a mí y asentí con una leve sonrisa. Al comprobar que no había ninguna oposición por nuestra parte, volvió a acercar sus labios a los de mi novia y se dieron un beso muy largo con las lenguas entrelazadas. Por último se incorporó acercándole la polla a su boca, que ya no dudó en volver a chupar como si le fuera la vida en ello. Él comenzó a mover las caderas.

Los tres estábamos anunciando nuestra liberación, aquello no iba a durar ni un minuto más y la primera en correrse fue Ana, luego Javier y por último yo, que no pude aguantar las contracciones que sentía en mi polla, provocándome que soltara la lechada más abundante de mi vida. El morbo que me producía aquella situación no la cambiaría por nada en el mundo en esos momentos, que ojalá fueran eternos.

Cuando Javier se echó al lado de Ana, descubrí la gran cantidad de lefa que había al otro lado de la cama. Quité la toalla y me tendí en ese lado de la cama quedándolos tres boca arriba recuperando la respiración. Luego ella se giró para darme un beso, después le dio otro a él. «Os he dejado más secos que una pasa», nos dijo ella con una risita.

«Oye que yo me recupero en un par de minutos», le respondió Javier. «Ya será menos exagerado que después de lo que habéis echado no creo que vuestra fábrica de semen reponga el combustible tan pronto».

Aquello era una provocación y un claro tonteo entre los dos. «Esta es una buena cama, eh. Aquí pueden dormir cuatro personas bastante bien y tres no te digo», dijo él. «¿Te estás invitando a dormir con nosotros?»

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