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Simbolismo de la navegación

Simbolismo de la navegación 2s1o2o

31/5/2025 · 09:14
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Descripción de Simbolismo de la navegación 4s1t4i

El escenario es el mar. El protagonista de la aventura es el navegante, figura arquetípica del buscador espiritual. No es un turista, ni un comerciante de rutas. Es alguien que se atreve a soltar amarras, impulsado por un llamado que no siempre sabe explicar. Su travesía lo expone a tormentas, tentaciones y monstruos simbólicos, pero también a descubrimientos profundos, revelaciones y encuentros consigo mismo. Como Ulises, Jasón o Simbad, el navegante atraviesa el mar no solo para llegar a un lugar, sino para transformarse en el camino. En la tradición iniciática, esta figura aparece una y otra vez: Buda es el Gran Nauta que lleva a los seres a la otra orilla del sufrimiento; Cristo es el timonel de la nave que conduce a los suyos por el mar del mundo; Jano, dios de los comienzos, lleva las llaves de los umbrales y también la barca que cruza entre lo viejo y lo nuevo. La imagen se repite: hay una orilla de origen, una travesía incierta, y una tierra prometida que no es solo geográfica, sino espiritual. 5t1c6g

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El escenario es el mar. El protagonista de la aventura es el navegante, figura arquetípica del buscador espiritual. No es un turista ni un comerciante de rutas, es alguien que se atreve a soltar amarras, impulsado por un llamado que no siempre sabe explicar. Su travesía lo expone a tormentas, tentaciones y monstruos simbólicos, pero también a descubrimientos profundos, revelaciones y encuentros consigo mismo.

Como Ulises, Hasson o Zimbad, el navegante atraviesa el mar no solo para llegar a un lugar sino para transformarse en el camino. En la tradición iniciática, esta figura aparece una y otra vez. Buda es el gran Nauta que lleva a los seres a la otra orilla del sufrimiento. Cristo es el timonel de la nave que conduce a los suyos por el mar del mundo. Jano, dios de los comienzos, lleva las llaves de los umbrales y también la barca que cruza entre lo viejo y lo nuevo. La imagen se repite, hay una orilla de origen, una travesía incierta y una tierra prometida que no solo es geográfica sino espiritual.

De acuerdo con René Guénon, la conquista de la gran paz, y esto significa la paz profunda, a menudo está representada por la figura de la navegación y simbólicamente atravesar las aguas implica pasar de un estado de conciencia inferior a otro superior. Como bien argumenta Julius Ébola, atravesar un río anado o pilotar un navío era la fase simbólica fundamental en la iniciación real que se celebraba en el Eusis y Jano, la antigua divinidad de los romanos, dios de los comienzos y luego por excelencia de la iniciación como vida nueva, era también el dios de la navegación. Entre sus atributos característicos figuraba la barca y en algunas monedas vemos justamente Jano vinculado con la proa de un barco.

Y esta barca del dios Jano, como sus dos atributos, las llaves, han pasado luego a la tradición católica como barca de Pedro y en el simbolismo de las funciones pontificiales. En todos los casos la tarea del navegante nunca es sencilla y las embarcaciones que se atreven a atravesar el canal siempre se exponen tanto a los sargazos como a los tifones, la niebla, los monstruos marinos, el canto enloquecedor de las sirenas, las olas gigantes y muchos otros obstáculos marinos con exigentes pruebas tanto exteriores como interiores. El navegante, si es fiel a su llamado interior, no busca evitar estas dificultades sino comprenderlas y trascenderlas pasando del por qué, es decir, por qué me pasa esto a mí, al para qué, qué sentido tiene esto.

La filosofía iniciática indica que la vía a la reintegración es un camino de muerte o de pequeñas muertes que nos conduce hacia una vida superior y en este sentido atravesar las aguas puede considerarse una primera muerte. Estamos hablando de una disolución del viejo yo, el palaios antropos, una renuncia a los apegos y certezas previas que nos mantenían atados al puerto de lo conocido. Por eso Sir Loth en su conocido diccionario asegura que volver al mar es como retornar a la madre morir. Algunos relatos cristianos se refieren al propio Jesús el Cristo como el supremo marinero y San Hipólito advierte que el mar es el mundo, la nave la iglesia, el timonel Cristo, el mástil la cruz, la escalera que sube al travesaño del mástil, los pasos de Cristo a la cruz.

En la tradición clásica encontramos numerosos ejemplos de héroes navegantes como Ulises, Hasson y sus argonautas, Gilgamesh, Cifrido y Zimbabwe, pero también encontramos relatos fantásticos de naturaleza casi iniciática en la historia reciente, tanto en la odisea del noruego Thor Heyerdahl a bordo de su balsa Kontiki como en la desesperante aventura de Ernest Shackleton en los mares antárticos. Tampoco hay que olvidar que muchos ritos de iniciación y ceremonias del renacimiento simbólico incluyen la inmersión en el agua como un paso crucial. El bautismo cristiano, o sea sumergirse en agua para emerger a una vida nueva, recrea el patrón muerte-renacimiento-muerte.

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