La terrorífica historia del Reanimador. Capítulo 47 5g2n4y

En la quietud de la noche, su aspecto puede confundiros, pues ya no llevan sombreros de ala ancha, ni copa alta, ni van montadas sobre palos de escobo.

Pero hay cosas en la historia que nunca cambian.

Sus reuniones.

Aquí empieza su particular aquelarre.

Y ahora...

¿Las vais a llamar brujas? Un programa.

Llegó la hora, llegó el momento de una nueva reunión, de una nueva cita en el bosque de Aquelarre Bostic.

Y lo hacemos ataviadas de nuestras mejores galas, con la finalidad de haceros pasar un muy buen rato con una de nuestras pasiones mágicas.

Gracias por acompañarnos una vez más a nuestro aquelarre particular.

Pero ya sabéis aquello que no existe un aquelarre sin buena compañía.

Con lo cual, en esta ocasión, esta reunión la conformamos Martillo Fontana, que nos va a hablar, y viene de la mano de un compositor llamado Eric Satie, y con una composición llamada Gimnopédie.

Yo ya, de verdad, que venimos muy psicodélicas hoy.

Sí, sí, es que de entrada son palabras inventadas, así que cállate.

Bueno, y no puede faltar tampoco, y bien dispuesta, viene nuestra querida Gemma Fontana, que viene con todo un clásico.

Pues ya tiene nombre de amor, pero amor del terror.

Al igual de amor, amor no es.

Bueno, y además con un cuento que deja entrever ya muchas cosas, que es reanimador.

Sí, un relato que inspiró una de los más...

Se ha convertido en un clásico de las películas de los años 80.

Una de mis películas favoritas.

Sí, sí, y además yo tengo alguna imagen así con verde florecente, ¿verdad? Que salía mucho florecente.

Mucho verde florecente.

De los años 80.

Y mucho rojosangre también.

También, también.

Yo creo que nuestros oyentes y nuestros televidentes que nos están viendo, enseguida se darán buena cuenta de qué estamos hablando, pero nos vamos a nuestro maldito, al maldito de Martío Fontana, que promete, promete.

¿Empezamos ya? Sí, sí, sí, sí, vamos a ello.

Al grano.

Aquí con nuestra hoguerita, nuestro caldero.

Sí, porque hoy traigo un maldito entrañable.

Hoy es entrañable.

Del que te enamoras al primer acorde.

Ahí venga.

Es una conmovedora historia de un hombre talentoso y muy extraño.

Ajá.

Yo me he enamorado, ¿eh? A mí me gusta, me gusta.

Entrañable y extraño.

Sí.

Cuando lo conoces, te tienes que volver satianista.

Satianista.

Yo me declaro satianista.

Que es por el apellido de Éric.

Éric Satie, Satie, Satie, ¿vale? Sí.

Es un personaje auténtico y muy divertido, que no acabo de encajar nunca por algo, estamos en la sección de malditos.

Claro.

Diría que se adelantó como un siglo a su época, y claro, yo creo que se pesa mucho.

Claro, suele pasar.

Es de los que llegó antes.

Llegó antes y se fue también pronto.

No voy a adelantar más.

O sea, ya estaba con ese viento.

Pero es un personaje como fundamental para entender las vanguardias de finales de, bueno, de finales del 19, principios del 20, en París, que estaba todo aquello en puro envidia, de renovación y de rebeldía.

Allí él se curte.

Sí.

Y es también insólito como ver una persona con tanto talento está tan rodeada de soledad y de rechazo.

Y no fue hasta años después que no fue reconocido como merecía.

Como muchos malditos, ¿eh? Que no se les reconoce hasta años después.

Que alguien dice, ay, mira.

Y muchos años después.

Sí.

Bueno, ya.

Vamos a ver, vamos a ver.

Vamos a ver, va, venga.

Porque, a ver, vamos a empezar como siempre.

Claro.

Por el chiquitín.

No.

Por esta infancia.

Ya le podemos poner el cartelito de desgracia.

A ver, dan mirada.

Pueden brillar.

Dame cada desgracia a él.

Sí.

Porque, pobrecito, a ver.

Él nace el 17 de mayo de 1866.

Qué buen día para nacer.

Mar.

Pero, Gemma, ¿es el mismo día que nació Martillo? Sí.

1866.

Bueno, el año no.

Aún no.

Pero no tanto, ¿eh? 17 de mayo.

17 de mayo.

Ahí hay una conexión.

Eh, Marta.

A ver si acabamos igual.

Ya veréis que bien.

No, va, no.

A ver, a ver, a ver.

Hoy estoy como que, ¿o puedo protagonizar una película?